Por Abel Camasca
REDACCIÓN CENTRAL, 05 Oct. 15 / 11:10 am (ACI).-Santa
Faustina Kowalska, a quien se le apareció el Señor de la Divina
Misericordia, cierto día le preguntó al Señor por quién debía orar;
tiempo después Dios le permitió ver el purgatorio, el infierno y el cielo con un mensaje para
todos los seres humanos.
1. EL PURGATORIO
Una noche, cuenta la santa, su Ángel de la Guarda le pidió que lo
siguiera y de repente se vio en un lugar lleno de fuego y de almas sufrientes.
Ellas estaban orando fervientemente por sí mismas, “pero
no era válido, solamente nosotras podemos ayudarlas”, señaló Santa
Faustina.
Ella preguntó a las almas lo que más las hacía sufrir y le contestaron
que era el sentirse abandonadas por Dios. Luego vio a la Virgen María que
visitaba a las almas del purgatorio, quienes la llamaban “Estrella del Mar”. Entonces su Ángel Guardián le
pidió que regresaran y al salir de aquella prisión de sufrimiento, escuchó la
voz del Señor que le dijo: “Mi Misericordia no
quiere esto, pero lo pide mi Justicia”.
2. EL INFIERNO
En un retiro de ocho días que vivió Santa Faustina Kowalska, en octubre
de 1936, ella vio el abismo del infierno con varios de sus tormentos. Luego
escribió lo que se le permitió ver a pedido del mismo Cristo.
"Fui llevada por un Ángel al abismo del
infierno. Es un sitio de gran tormento. ¡Cuán terriblemente grande y, extenso
es! Las clases de torturas que vi: La primera es la privación de Dios; la
segunda es el perpetuo remordimiento de conciencia; la tercera es que la
condición de uno nunca cambiará; la cuarta es el fuego que penetra en el alma
sin destruirla -un sufrimiento terrible, ya que es puramente fuego
espiritual,-prendido por la ira de Dios”, describió
la santa.
Asimismo, señaló que la quinta tortura es una oscuridad continua con un
terrible olor sofocante y que a pesar de la oscuridad, las almas de los
condenados se ven entre ellos.
“La sexta es la compañía constante de Satanás; la
séptima es una angustia horrible, odio a Dios, palabras indecentes y blasfemia.
Estos son los tormentos que sufren los condenados, pero no es el fin de los
sufrimientos. Existen tormentos especiales destinados para almas en particular.
Estos son los tormentos de los sentidos. Cada alma pasa por sufrimientos
terribles e indescriptibles, relacionado con el tipo de pecado que ha
cometido”.
Por otro lado indicó que hay cavernas y fosas de tortura donde cada forma
de agonía difiere de la otra. “Yo hubiera fallecido
a cada vista de las torturas – explicó Santa Faustina - si la Omnipotencia de
Dios no me hubiera sostenido. Estoy escribiendo esto por orden de Dios, para
que ninguna alma encuentre una excusa diciendo que no existe el infierno, o que
nadie ha estado ahí y por lo tanto, nadie puede describirlo".
3. EL CIELO
El 27 de noviembre de 1936 la santa escribió una visión del cielo, en el
que pudo ver sus bellezas incomparables, la felicidad que nos espera para después
de la muerte y el cómo todas las criaturas alaban y dan gracias a Dios sin
cesar.
Ella indicó que esta fuente de felicidad es invariable en su esencia,
pero es siempre nueva, derramando felicidad para todas las criaturas. “Dios me ha hecho entender que hay una cosa de un valor
infinito a sus ojos, y eso es, el amor a Dios; amor, amor y nuevamente amor, y
nada puede compararse a un solo acto de amor a Dios”.
De igual manera contó que “Dios en su gran
majestad, es adorado por los espíritus celestiales, de acuerdo a sus grados de
gracias y jerarquías en que son divididas, no me causó temor ni susto; mi alma
estaba llena de paz y amor; y mientras más conozco la grandeza de Dios, más me
alegro de que Él sea el que es”.
“Me regocijo inmensamente en su grandeza y me
alegro de que soy tan pequeña, ya que siendo tan pequeña, Él me carga en sus
brazos y me aprieta a su corazón”, destacó
santa Faustina Kowalska.
LA
CORONILLA QUE CRISTO DIO A SANTA FAUSTINA PARA ALCANZAR LA DIVINA MISERICORDIA
Por Abel Camasca
REDACCIÓN CENTRAL, 08 Abr. 15 / 04:02 pm (ACI).-Cada
año, el Segundo Domingo de Pascua
es Fiesta de la Divina
Misericordia, establecido así por San Juan Pablo II. En 1935,
Santa Faustina recibió de Cristo las siguientes indicaciones: “Esta oración es para aplacar mi ira, la rezarás durante
nueve días con un rosario
común, de modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre nuestro y el Ave
María y el Credo”.
“Después, en las cuentas correspondientes al
Padrenuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo
y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero”.
“En las cuentas del Avemaría, dirás las siguientes
palabras: Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo
entero. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo
Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero”.
Esta Coronilla generalmente se concluye con la siguiente oración escrita
en el diario de Santa Faustina: “Oh Sangre y Agua
que brotaste del Corazón de Jesús, como una fuente de misericordia para
nosotros, en ti confío”.
Con la expansión de la devoción al Señor de la Divina Misericordia, son
muchos los fieles que rezan esta coronilla todos los días a las tres de la
tarde, la “hora de la misericordia”, y
siguiendo la promesa de Cristo: “A las almas que
recen esta Coronilla, mi misericordia las envolverá en la vida y especialmente a la hora de la
muerte”.
Cierto día el Señor de la Divina Misericordia dijo a Santa Faustina: “Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que
recen esta Coronilla”.
En otra ocasión Jesús le pidió a la Santa: “Escribe:
cuando recen esta Coronilla junto a los moribundos, me pondré entre el Padre y
el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso”.
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