domingo, 14 de diciembre de 2014

"EL ESPÍRITU DEL SEÑOR"


Queridos amigos y hermanos de ReL: nos vamos acercando día a día a la llegada de la Navidad y el mensaje de la salvación se va haciendo presente con mayor intensidad a todos los hombres de buena voluntad, que no cierran sus ojos al Mesías que siendo niño viene a nuestro encuentro.

En este Tercer Domingo de Adviento la misión del Salvador es delineada de la siguiente manera por la revelación, que encontramos en el capítulo 61, versículo 1 del libro del profeta Isaías: “El espíritu de Dios, está sobre mí, pues Yahvé me ha ungido, me ha enviado para predicar la buena nueva a los abatidos y sanar a los quebrantados de corazón, para anunciar la libertad a los cautivos y la liberación a los encarcelados”.

Cuando Jesús en la sinagoga de Nazaret leyó este pasaje, se lo aplicó a sí mismo, pues de hecho sólo en Él se cumplió plenamente esta profecía.

Sólo Cristo tiene un poder de salvación universal que no se limita a sanar las miserias de un pueblo pequeño, sino que se extiende a curar las de toda la humanidad, sobre todo liberándola de la miseria más temible, que es el pecado, y enseñándole a transformar el sufrimiento en medio de felicidad eterna.

Bienaventurados los pobres, los afligidos, los hambrientos, los perseguidos “porque de ellos es el reino de los cielos”, nos anuncia el Evangelio de San Mateo.

Éste es el sentido profundo de su obra redentora, y de él deben hacerse mensajeros los creyentes, haciéndolo comprensivo a los hermanos y ofreciéndose con generosidad para aliviar sus sufrimientos. Entonces la Navidad del Salvador tendrá un sentido aún para los que se hallan lejanos y llevará la alegría al mundo.

La fe viva del creyente y su bondad activa para con los hermanos son medios poderosos para dar testimonio de Cristo y hacerlo conocer al mundo. Todavía resuena dolorosamente actuales, las palabras del Bautista: “En medio de vosotros hay uno a quien vosotros no conocéis”.

Jesús está en medio de nosotros, en su Iglesia, en la Eucaristía, en la Gracia por la cual está presente y operante en los bautizados; pero el mundo no le conoce, y esto no sólo porque cierra sus ojos, sino también porque hay muy pocos que dan testimonio del Evangelio vivido, con una coherencia tal entre fe y vida, que revele a los demás la bondad del Salvador.

En el Adviento se nos presenta el Bautista como modelo de testimonio de Cristo, con fe vigorosa, con vida austera, desinterés, humildad y caridad “ha venido a dar testimonio de la luz, para testificar de ella y que todos creyeran por él”.

¿Podríamos decir lo mismo de nuestro testimonio de vida? Pensémoslo.

Con mi bendición.
Padre José Medina

No hay comentarios: