¡Ya sabía
yo que no era buena idea meterme en jardines! Impulsivo que es uno... Me
refiero a mi reciente discrepancia pública con otro blogger de ReL, José
María Zavala.
No tengo reparo en reconocer que, el viernes pasado, me equivoqué al escribir mi último post en los términos en que lo hice. Porque Zavala, que es un escritor riguroso y reconocido, en realidad no cometió ningún error como tal, sino que más bien se trató de una expresión ligeramente ambigua, una cuestión más de matiz que de contenido. Su post Divorciados y falsa misericordia no proponía la nulidad como una suerte de divorcio para católicos, como pronto me apresuré yo a afirmar. Porque su autor no cree tal cosa. Zavala y yo compartimos plenamente la misma posición sobre este asunto, que no es otra que la de la enseñanza de la Iglesia. Quizá en su artículo le faltó -a mi entender- una frase, una simple frase para explicitarlo un poco más; y esa ausencia fue la que me motivó a escribir mi artículo, dado el revuelo y el desconcierto que se está generando en torno al asunto de los divorciados, la comunión y el Sínodo de la familia. Pero si, a mi juicio, a Zavala le pudo faltar una frase, a mí me faltó un poco de tacto (y de rodillas) para salvar la intención de un autor que es impecable en sus pronunciamientos.
Les animo a leer, por ejemplo, los dos post que ha publicado recientemente: Kasper y su misericoria y Testimonio de una antigua divorciada. Son estupendos, y una prueba palmaria de la eclesialidad del autor. Que además escribe de forma cabal y sosegada, aunque contundente, con un estilo nada crispado que hace mucho bien en el debate público sobre los asuntos de Iglesia.
Siento muy mucho la polémica y, del mismo modo que hice público mi disenso, hago ahora pública petición de perdón a José María Zavala, por haberlo situado en la picota de mi artículo. No fue justo, ni comedido, ni acertado. A los periodistas no nos gusta convertirnos en noticia, y ya imagino que a José María Zavala no le agradaría especialmente ver su nombre en un titular. Por mi parte, zanjo el tema.
Suele decirse que el mejor escribano echa un borrón. Imaginen, por tanto, cuantísimos borrones echamos los escribanos mediocres. Ahora tengo uno más para mi colección.
Tengan Uds. feliz semana. Y no dejen de leer los artículos de mi compañero blogger. Merecen la pena.
José Antonio Méndez
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