lunes, 15 de abril de 2013

TESOROS CELESTIALES EN MANOS HUMANAS


Mirando el Cisma de Oriente a un lado, observando la rebelión protestante al otro, vemos en el pecado de su división nuestro pecado. Nosotros permanecimos fieles, sí. Pero ellos fueron infieles por nosotros. Si en el solio de Pedro y alrededor de él se hubiera sentado la virtud, la virtud indubitable, si todos hubieran visto un alter Christus (otro Cristo) en el Sumo Pontífice, qué difícil hubieran sido los cismas. Pero la mala levadura entró en la masa, los odres fueron agujereados, las coronas de lo espiritual fueron agrandadas (y envilecidas) con ambiciones humanas. Lo humano debía existir dentro de la Iglesia, pero debía ser insertado al modo de Jesús, no al modo humano.

Aun así, a pesar de todo, con todo lo malo, Roma fue solio de luz. Aun así, el proyecto de Dios no se desvirtuó. Perdió fuerza, pero siguió en pie. Después, los tiempos más tristes del papado pasaron. Pudimos volver a sentirnos orgullosos, aun sabiendo que todo hubiera podido ser más espiritual, más ascético, más perfecto, más luminoso.

De todas maneras, también es cierto, que sabiendo como somos los humanos, demasiado bien han salido las cosas.

PUBLICADO POR PADRE FORTEA

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