El otro día una amiga me dijo:
- Yo, para conectar con Dios no necesito ir a Misa.
Me la miré sonriendo y le respondí:
- Para encontrar a Dios quizá no, pero para
encontrar a los otros, sí.
Y es que hemos perdido el sentido comunitario del
cristianismo. Hemos olvidado que la primera misa fue una cena de despedida en
la que Jesús se entregó a sus amigos en el pan y el vino… también hemos
olvidado que en los primeros siglos, hasta llegar al dichoso Constantino, los
cristianos se reunían alrededor de una mesa y era compartiendo el pan y el vino
que se sentían unidos a Dios, sintiéndose unidos entre ellos.
El otro día leí también en internet, la crítica de
un "sesudo" liturgista, al Papa Francisco, diciendo que la ceremonia
del lavatorio de pies que hizo el Jueves Santo no era litúrgica, porque había
en medio una muchacha y el Ordo dice que han de ser 12 hombres. Posiblemente no
era litúrgica, pero de lo que estoy seguro es de que era evangélica. Y la
liturgia, si no nos conduce al Evangelio, es decir, a proclamar la Buena Nueva,
no tiene ningún sentido.
No se trata de cargarnos la liturgia y volver a
reunirnos alrededor de una mesa (o quizá sí, no sé). Pero si se trata de
renovarla y darle su verdadera finalidad, que es conducirnos a la oración y a
la unión con Dios, todos juntos. Guardar ritos, porque son históricos, si hoy
no dicen nada, no tiene sentido. Los símbolos lo son en cuanto significan algo.
En la liturgia hay signos bellísimos que vale
la pena recuperar. Pero otros son irrecuperables, porque ya no significan nada.
Criticar al papa porque no se ha ajustado al Ordo,
es hacer pasar las normas por encima de las personas. Pero no olvidemos que
"el sábado se ha hecho para el hombre y no el hombre para el sábado."
La liturgia se ha hecho para ayudar al hombre a acercarse a Dios junto con sus
hermanos, no al hombre para esclavizarse a una serie de normas.
Me temo que el problema de mi amiga y de todos los
que afirman lo mismo, se solucionaría si la liturgia les ayudara a encontrar a
Dios en medio de una comunidad fraterna y que sabe compartir. Es decir, si todo
lo que hacemos en la iglesia nos llevase al evangelio... Luego, prefiero tener
un papa evangélico a un papa liturgista.
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