«Rezo alguna vez», confiesa a
Gonzalo Altozano.
«El
arrepentimiento es algo muy íntimo, exhibirlo es una farsa», afirma respecto a
su militancia en el Grapo.
Este domingo
pasó por No es bueno que Dios esté solo, el programa de Gonzalo Altozano en Intereconomía TV,
el historiador Pío Moa.
"Odiado, silenciado o insultado, más que criticado", dijo, pues
siempre ha denunciado que sus libros sobre la Guerra Civil no hayan tenido
respuesta de quienes le censuran: "No
han conseguido rebatirlos nunca en ningún dato importante".
Dios (porque ése se el centro del programa) y la culpa (por su militancia en el Grapo) centraron preguntas y respuestas.
LA CULPA
"¿Te arrepientes?", le espeta Altozano. "Arrepentirse es un sentimiento íntimo, está fuera de lugar hablar de él. Lo que hicimos fue un enorme error, fue completamente equivocado. Y era terrorismo, aunque creíamos que era lucha armada".
"El problema del Grapo y de los comunistas", añade, "no es cómo actúan sino lo que persiguen. Yo dejé aquello cuando me di cuenta de que lo que pretendíamos era convertir España en un régimen carcelario. Y no por un error, sino porque el marxismo lleva a eso".
Más tarde volvieron a hablar del sentimiento de culpa: "La culpa, y la forma de asimilarla, son un aspecto fundamental de la psique humana", dijo Moa, quien se mostró contrario a las teorías que la diluyen, destruyendo el sentido de la responsabilidad y con él la libertad. "Pero el arrepentimiento es algo muy íntimo, exhibirlo es una farsa", insiste, aunque hace años que pidió perdón a las víctimas del Grapo: "Nuestros objetivos eran monstruosos. Reconozco que fue un error y para mí ahí se acaba todo, al menos hacia fuera".
DIOS
"¿Crees en Dios?": nueva vuelta de tuerca del entrevistador. "No lo sé. Me gustaría dedicar tiempo a pensar en esas cosas. Me cuesta trabajo creer, pero hay una gran cantidad de hechos que tienen que tener un sentido".
Pío considera que la educación religiosa que recibió en su infancia y juventud - estuvo en los maristas - era mejor que la actual: "Se basaba en el catecismo, la historia sagrada, algo de liturgia e historia de la Iglesia. Lo que ahora se enseña es una especie de ética progre".
En su opinión, "la Iglesia ha tratado de modernizarse y ha tenido excesivo éxito en adaptar su lenguaje y al mismo tiempo salvaguardar la base y la esencia de la religión".
No es muy amante de la liturgia: "En la religión uno encuentra mito y rito. El mito me interesa, el rito no. Pero es cuestión de gustos o carácter, todo lo ceremonioso no me atrae".
Hablando con la persona que ha revolucionado la opinión pública sobre la Guerra Civil, y en un programa sobre Dios, era obligado preguntarle si fue una guerra de religión: "En parte lo fue porque la izquierda la impuso como tal. Se había propuesto aniquilar la identidad católica de España, y al estallar la guerra lo puso en práctica sistemáticamente".
Le molestaría ver una media luna en la plaza pública, pero no la cruz: "España y Europa se han hecho con la cruz. Quitarlas es un signo de barbarie".
En cuanto al catolicismo español y su condición o no de "lastre" para España, considera que tuvo una etapa muy brillante en los siglos XVI y XVII, que luego "se anquilosó y no supo dar respuesta a los desafíos de la modernidad", pero que "si tuvo una gran época, puede volver a tenerla".
¿CONVERSIÓN?
"¿Si al morir descubrieses que Dios existe, ¿qué le dirías?", pregunta Gonzalo. "Le preguntaría por qué no se me hizo más evidente cuando estaba en vida. O tal vez no supe ver los signos que me puso, o no tuve capacidad para verlos".
Cuando Altozano le plantea qué le diría a alguien que reza por su conversión, la respuesta es clara: "Le daría las gracias. No me impresiona mucho, pero tampoco tengo nada que oponerle".
"¿Rezas?". "Alguna vez, porque el ser humano es muy débil, las cosas son complicadas y es difícil ver si las consecuencias de los actos son buenas o malas. Los sentimientos de debilidad e impotencia son algunas de las bases de la creencia en Dios".
Y de alguna manera, al concluir el programa, Dios estaba un poco menos solo.
Dios (porque ése se el centro del programa) y la culpa (por su militancia en el Grapo) centraron preguntas y respuestas.
LA CULPA
"¿Te arrepientes?", le espeta Altozano. "Arrepentirse es un sentimiento íntimo, está fuera de lugar hablar de él. Lo que hicimos fue un enorme error, fue completamente equivocado. Y era terrorismo, aunque creíamos que era lucha armada".
"El problema del Grapo y de los comunistas", añade, "no es cómo actúan sino lo que persiguen. Yo dejé aquello cuando me di cuenta de que lo que pretendíamos era convertir España en un régimen carcelario. Y no por un error, sino porque el marxismo lleva a eso".
Más tarde volvieron a hablar del sentimiento de culpa: "La culpa, y la forma de asimilarla, son un aspecto fundamental de la psique humana", dijo Moa, quien se mostró contrario a las teorías que la diluyen, destruyendo el sentido de la responsabilidad y con él la libertad. "Pero el arrepentimiento es algo muy íntimo, exhibirlo es una farsa", insiste, aunque hace años que pidió perdón a las víctimas del Grapo: "Nuestros objetivos eran monstruosos. Reconozco que fue un error y para mí ahí se acaba todo, al menos hacia fuera".
DIOS
"¿Crees en Dios?": nueva vuelta de tuerca del entrevistador. "No lo sé. Me gustaría dedicar tiempo a pensar en esas cosas. Me cuesta trabajo creer, pero hay una gran cantidad de hechos que tienen que tener un sentido".
Pío considera que la educación religiosa que recibió en su infancia y juventud - estuvo en los maristas - era mejor que la actual: "Se basaba en el catecismo, la historia sagrada, algo de liturgia e historia de la Iglesia. Lo que ahora se enseña es una especie de ética progre".
En su opinión, "la Iglesia ha tratado de modernizarse y ha tenido excesivo éxito en adaptar su lenguaje y al mismo tiempo salvaguardar la base y la esencia de la religión".
No es muy amante de la liturgia: "En la religión uno encuentra mito y rito. El mito me interesa, el rito no. Pero es cuestión de gustos o carácter, todo lo ceremonioso no me atrae".
Hablando con la persona que ha revolucionado la opinión pública sobre la Guerra Civil, y en un programa sobre Dios, era obligado preguntarle si fue una guerra de religión: "En parte lo fue porque la izquierda la impuso como tal. Se había propuesto aniquilar la identidad católica de España, y al estallar la guerra lo puso en práctica sistemáticamente".
Le molestaría ver una media luna en la plaza pública, pero no la cruz: "España y Europa se han hecho con la cruz. Quitarlas es un signo de barbarie".
En cuanto al catolicismo español y su condición o no de "lastre" para España, considera que tuvo una etapa muy brillante en los siglos XVI y XVII, que luego "se anquilosó y no supo dar respuesta a los desafíos de la modernidad", pero que "si tuvo una gran época, puede volver a tenerla".
¿CONVERSIÓN?
"¿Si al morir descubrieses que Dios existe, ¿qué le dirías?", pregunta Gonzalo. "Le preguntaría por qué no se me hizo más evidente cuando estaba en vida. O tal vez no supe ver los signos que me puso, o no tuve capacidad para verlos".
Cuando Altozano le plantea qué le diría a alguien que reza por su conversión, la respuesta es clara: "Le daría las gracias. No me impresiona mucho, pero tampoco tengo nada que oponerle".
"¿Rezas?". "Alguna vez, porque el ser humano es muy débil, las cosas son complicadas y es difícil ver si las consecuencias de los actos son buenas o malas. Los sentimientos de debilidad e impotencia son algunas de las bases de la creencia en Dios".
Y de alguna manera, al concluir el programa, Dios estaba un poco menos solo.
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