Se había enamorado un león de la hija de un labrador y la pidió en matrimonio.
Y no podía el labrador decidirse a dar su hija a tan feroz animal, ni negársela por el temor que le inspiraba.
Entonces ideó lo siguiente. Como el león no dejaba de insistirle, le dijo que le parecía digno para ser esposo de su hija, pero que al menos debería cumplir con la siguiente condición: que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas, porque eso era lo que atemorizaba a su hija.
El león aceptó los sacrificios porque en verdad la amaba.
Una vez que el león cumplió lo solicitado, cuando volvió a presentarse ya sin sus poderes, el labrador lleno de desprecio por él, lo despidió sin piedad a golpes.
Nunca te fíes demasiado como para despojarte de tus propias defensas, pues fácilmente serás vencido por los que antes te respetaban.
Fábula de Esopo
Fuente: www.edyd.com
La fábula de hoy me recuerda la historia del tristemente célebre juez de Israel, Sansón. Al igual que el león de la fábula, este héroe sacrificó aquello que era un don de Dios para bendecir a su nación por un momento de placer y al final, lo perdió todo.
Bueno, en el caso de Sansón (a diferencia del león de la fábula), Dios le concedió una nueva oportunidad de contribuir a la liberación de su nación…aunque a costo de su propia vida.
¿Por qué desperdiciar los dones y talentos que Dios nos ha concedido por un disfrute momentáneo que, a la larga se disipa y nos deja con el sabor amargo de la desilusión?
Consideremos lo que hacemos a la luz de los planes de Dios para nuestra vida y atrevámonos a hacer ajustes. Adelante y que el Señor les bendiga.
Raúl Irigoyen
1 Timoteo 4:14 No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.
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