Aquel hombre consultaba a menudo al Anacoreta. En realidad lo que hacía era explicarle sus miserias. Se culpabilizaba constantemente. Él no valía nada, todo lo hacía mal, era un desastre, los otros sí que eran buenos... Esa era la canción que repetía constantemente.
El Anacoreta le dijo:
- Hijo mío. Estás demasiado centrado en ti mismo y eres demasiado severo contigo mismo.
Luego tomando un libro de una estantería, añadió:
- Victor Frankl en este libro dice: "La persona sólo es completamente humana cuando se abre completamente en una cosa, donde está completamente entregada a otra persona. Y sólo se vuelve completamente ella misma cuando hace la vista gorda y se perdona a sí misma."
El hombre respondió:
- Pero, hacer la vista gorda ¿no es engañarse a sí mismo?
Sonrió el anciano y se explicó:
- No se trata de justificarlo todo. Sólo has de ser más indulgente contigo mismo. Los padres que educan bien a sus hijos no les están recriminando constantemente sus errores. Saben combinar severidad y benevolencia. Saben mirar de vez en cuando para otro lado.
Luego, alargándole el libro, concluyó:
- Ábrete a los demás. Trasciéndete en vez de quedarte encerrado en tu castillo. Al comprender los errores de los demás, sabrás comprender los tuyos y superarlos. Si te quedas mirando lo malo que eres, nunca avanzarás...
Joan Josep Tamburini
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