Un año más de su viaje al cielo.
Madre querida, no parece que estés tan lejos, porque te siento junto a mí siempre. Mi corazón me dice que me estás cuidando en todo momento, me dice que Dios te ha puesto como refuerzo de mi ángel de la guarda.
Tu mejor virtud, aparte de ser una magnífica madre, fue que Dios te regaló el don de perdonar... perdonaste mucho y a muchos. Gracias por ese gran ejemplo que trato de seguir al pie de la letra. Recuerdo cuando yo quería sacar cara por ti me decías: “No te metas... ese es mi problema y yo lo resuelvo”, y yo, muy a mi pesar aceptaba tu decisión.
Te pido perdón por no haber sido tan buen hijo como tú esperabas que fuera, y por no hacer por ti muchas cosas que hubiese podido hacer. Lo que sucede es que yo te creía eterna y que nunca te ibas a ir.... así que me tomaba mi tiempo, pero... partiste y me quedé con las ganas.
Todos los días, en mis oraciones te pido me cuides, y que le pidas a Dios por mí, para poder seguir con mi ministerio sin fallarle... gracias porque sé que lo haces.
Un abrazo y un beso enorme del tamaño del cielo, en el aniversario de tu partida.
Te sigue amando, tu hijo...
José Miguel Pajares Clausen
03 de noviembre 2010
03 de noviembre 2010
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