martes, 6 de julio de 2010

TODO LO QUE DISPONE DIOS, ES PERFECTO


Y en Él todo es perfecto, porque jamás se equivoca ni puede equivocarse.

La perfección de Dios es absoluta, mejor dicho es ilimitada como lo es cualquiera de sus atributos. Y hacia esa perfección divina es hacia la que nosotros debemos de aspirar, pero sin olvidarnos que nunca, ni siquiera en el cielo seremos capaces de alcanzar plenamente la perfección divina, por la sencilla razón de que incluso en el cielo continuaremos siendo criaturas limitadas, como también lo son los ángeles, pues la condición de carecer de limitación alguna, solo la posee Dios.

Esto de ser perfectos, es importante para nosotros, puesto que lo es para el Señor, ya que claramente nos recomendó: Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial (Mt 5,48). Y no olvidemos la afirmación, que a este respecto hace el abad benedictino Benedik Baur, cuando dice que nosotros: Somos tanto más perfectos, cuanto más amamos. El amor es el resorte o la palanca de la que nunca podemos prescindir, si es que queremos santificarnos. Solo podemos lograr lo que queremos lograr amando a Dios y cuanto mayor sea nuestro amor a Él, mayor perfección conseguiremos y más perfectos seremos, porque más nos asemejaremos a Él.

Sobre la perfección divina, nosotros tenemos diariamente un sinfín de manifestaciones. Solo hace falta tener los ojos bien abiertos para darnos cuenta de que eso que llamamos coincidencias, o la buena suerte, no existe, todo está previsto y ordenado en el plan de Dios: "¿No se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo ni uno de ellos cae en tierra sin la voluntad de vuestro Padre. Cuanto a vosotros, aun los cabellos todos de vuestra cabeza están contados (Mt 10,29-30). Y lo que está previsto y ordenado por el Señor, es siempre para nuestro bien, aunque no seamos capaces de verlo y entenderlo así, ya que existe una diferencia entre lo que nosotros creemos equivocadamente que es nuestro bien y lo que realmente piensa Dios que nos conviene. Dios mira por nuestros intereses en forma distinta a la nuestra, pues nosotros solo pensamos en la corta vida que nos espera en este mundo, mientras Dios piensa en nuestra inmortalidad. No olvidemos que aquí estamos construyendo una vasija, que presentaremos el día de mañana ante Dios, para que Él nos la llene de gracias; y si resulta que nuestra vasija es pequeña, en ella cabrán menos gracias que en una amplia vasija que aún tenemos oportunidad de construir.

Leí una vez una historia que viene a cuento aquí y que como toda historia comienza diciendo: Érase una vez rey, un tanto descreído que tenía un criado piadoso harto temeroso de Dios y que en todo momento de tribulación o desánimo, aprovechaba la ocasión para decirle al rey:
-No se desanime majestad, porque todo lo que Dios hace es perfecto, Él nunca se equivoca
Pero un día salieron de caza y un leopardo atacó al rey. El criado consiguió matar al animal, mas no pudo evitar que el rey perdiese un dedo de la mano. Furioso el rey y sin mostrar gratitud por haber sido salvado de la muerte, le dijo al criado:
-“¿Dios es bueno? Si Él fuese bueno yo no habría sido atacado y perdido mi dedo
El criado apenas respondió:
-Majestad, a pesar de todas esas cosas, sólo puedo decir que Dios es bueno; y él sabe el por qué de todas las cosas, lo que Dios hace es perfecto. Él nunca se equivoca
Indignado con la respuesta, el rey mandó apresar a su criado y lo cargó de cadenas.

Poco tiempo después, salió el rey para otra cacería y fue capturado por unos salvajes que hacían sacrificios humanos. En el altar, listos para sacrificar al rey, el hechicero de los salvajes percibió que la víctima no tenía uno de los dedos y lo soltaron y salvó la vida: él no era perfecto para ser ofrecido a los dioses. Al volver al palacio, mandó soltar al criado y le recibió muy afectuosamente, y le dijo:
-Dios fue realmente bueno conmigo. Escapé de ser sacrificado por los salvajes, justamente por no tener un dedo. Mas tengo una duda: ¿Si Dios es tan bueno, por qué permitió que tú, que tanto le defiendes, fueses preso?”
El criado le respondió:
-Majestad, si yo hubiese ido a esa cacería, habría sido sacrificado en su lugar, pues no me falta ningún dedo. Por eso, recuerde: que todo lo que Dios hace es perfecto. Él nunca se equivoca

Muchas veces nos quejamos de la vida y de las cosas aparentemente malas que nos pasan, olvidándonos que nada es por casualidad y que todo tiene un propósito previsto por Dios para nuestro bien. Dios es perfecto en sus caminos, la palabra de Yahvé, acrisolada, Él es el escudo de cuantos a Él se acogen. Pues ¿quién es Dios, fuera de Yahvé? ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios? El Dios que me ciñe de fuerza y hace mi camino irreprochable (2S 22,31-33).

Con motivo del atentado terrorista de las Torres gemelas en Nueva York, pudimos leer un sinfín de historias, de pequeñas historias individuales, de personas que debiendo de haber estado en el interior de las torres, no lo estaban y salvaron sus vidas. En general, todos decimos: No le había llegado su momento. Pero nadie duda, de que cada uno de nosotros un día que ignoramos cuando, nos llegará el momento, porque nadie sabe de nadie, que haya podido evitar que le llegue el momento. Pero de una cosa hemos de estar seguros, y es la de que Dios, no es un cazador que está esperando pillarnos para en ese instante, en el temido momento y podernos enviar al infierno. Al contrario hemos de estar seguros de que Él escogerá enviarnos el momento de pasar al más allá, en el instante que vea que ese es, el más beneficioso para que aceptemos su amor y nos salvemos.

Un gerente de una compañía, que tenía su sede en una de las dos torres, relataba la historia particular de los pocos empleados que salvaron sus vidas. Todas las historias eran simples y pequeñas, para nosotros, pero grandes e importantes para los que las sufrieron y sobre todo para el Señor, que no consideró oportuno llamar todavía a cada una de estas personas que se salvaron. Uno de los miembros de la compañía entró tarde ese día porque su hijo empezó el jardín de la infancia de su colegio. Otro empleado estaba vivo porque había pedido permiso para llegar tarde y poder ir de compras ese día. La historia menos simple y quizás en la que mejor se ve la mano de Dios, es la de un empleado que ese día tenía el coche en el taller y decidió ir andando a la oficina, pero se había puesto unos zapatos nuevos que le rozaban un pié y le produjo una ampolla, por lo que decidió entrar en una farmacia para curarse el pié comprando una gasa y un esparadrapo para sujetar, cosa que tuvo que hacerla en el interior de la farmacia previo permiso de la farmacéutica. Perdió demasiado tiempo y saliendo de la farmacia, vio como se estrellaba uno de los aviones contra la torre. Por eso él está vivo.

No nos agobiemos, porque las cosas no suceden como nosotros tenemos previsto. Las cosas siempre suceden de acuerdo con el plan de Dios, y hay que estar seguro de que este es mucho más perfecto que el nuestro y todo sucede siempre para nuestro bien, aunque nosotros no lo veamos así, ni entendamos el porqué.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo

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