CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 1 de febrero de 2009 (ZENIT.org).- El sufrimiento no puede solucionarse acabando con la vida de una persona, es decir, con la eutanasia, explicó Benedicto XVI este domingo. La respuesta a quien sufre siempre debe ser el amor, aclaró.
En el día en el que la Iglesia varios países celebraba la Jornada por la Vida, el Papa comentó al dirigir la oración mariana del Ángelus el tema que para este día ha escogido la Conferencia Episcopal Italiana: "la fuerza de la vida en el sufrimiento". Una respuesta a la tentación de la eutanasia.
Dirigiéndose a los miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el pontífice subrayó la necesidad de tener "valor para decir con claridad, por ejemplo, que la eutanasia es una falsa solución al drama del sufrimiento, una solución que no es digna del hombre".
"La verdadera respuesta no puede ser la de provocar la muerte, por más 'dulce' que sea, sino testimoniar el amor que ayuda a afrontar el dolor y la agonía de manera humana".
Hablando desde la ventana de su estudio, el Papa aseguró: "podemos estar seguros: ninguna lágrima, ni de quien sufre ni de quien está a su lado, se pierde ante Dios".
Según recordó, "Jesús sufre y muere en la cruz por amor. De esta manera, ha dado sentido a nuestro sufrimiento, un sentido que muchos hombres y mujeres de todas las épocas han comprendido y han hecho propio, experimentando serenidad profunda incluso en la amargura de duras pruebas físicas y morales".
El Santo Padre pidió oraciones por "todas las personas que sufren y por quien se compromete diariamente en apoyarlas, sirviendo a la vida en cada una de sus fases: padres, agentes sanitarios, sacerdotes, religiosos, investigadores, voluntarios, y muchos otros".
Antes de despedirse de los presentes, el Santo Padre saludó y alentó, en particular, a los miembros del Movimiento para la Vida, y a delegaciones de las Facultades de Medicina y Cirugía de la Universidad de Roma, "y a quienes están comprometidos en la defensa y en la promoción del bien fundamental de la vida".
En el día en el que la Iglesia varios países celebraba la Jornada por la Vida, el Papa comentó al dirigir la oración mariana del Ángelus el tema que para este día ha escogido la Conferencia Episcopal Italiana: "la fuerza de la vida en el sufrimiento". Una respuesta a la tentación de la eutanasia.
Dirigiéndose a los miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el pontífice subrayó la necesidad de tener "valor para decir con claridad, por ejemplo, que la eutanasia es una falsa solución al drama del sufrimiento, una solución que no es digna del hombre".
"La verdadera respuesta no puede ser la de provocar la muerte, por más 'dulce' que sea, sino testimoniar el amor que ayuda a afrontar el dolor y la agonía de manera humana".
Hablando desde la ventana de su estudio, el Papa aseguró: "podemos estar seguros: ninguna lágrima, ni de quien sufre ni de quien está a su lado, se pierde ante Dios".
Según recordó, "Jesús sufre y muere en la cruz por amor. De esta manera, ha dado sentido a nuestro sufrimiento, un sentido que muchos hombres y mujeres de todas las épocas han comprendido y han hecho propio, experimentando serenidad profunda incluso en la amargura de duras pruebas físicas y morales".
El Santo Padre pidió oraciones por "todas las personas que sufren y por quien se compromete diariamente en apoyarlas, sirviendo a la vida en cada una de sus fases: padres, agentes sanitarios, sacerdotes, religiosos, investigadores, voluntarios, y muchos otros".
Antes de despedirse de los presentes, el Santo Padre saludó y alentó, en particular, a los miembros del Movimiento para la Vida, y a delegaciones de las Facultades de Medicina y Cirugía de la Universidad de Roma, "y a quienes están comprometidos en la defensa y en la promoción del bien fundamental de la vida".
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