miércoles, 18 de febrero de 2009

MEJOR ES DAR QUE RECIBIR


"Y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir" (Hechos 20:35).

Un caminante, con mucha sed, no conseguía encontrar agua para beber, hasta que llegó a una casa abandonada.

Allí encontró una bomba y luego empezó a accionarla con toda la fuerza que aún mantenía pero no consiguió hacer con que el agua fuese empujada. Ya desanimado, percibió en un canto junto a la bomba, un jarro con agua, tapado con un corcho. Allí había un papel escrito a lápiz donde se podía leer: "El agua debe ser desahuciada en la bomba para que funcione"

Al principio el hombre sediento se cuestionó con respecto a derramar agua en la bomba, pero luego procedió conforme el papel indicaba y consiguió bastante agua para saciar su sed.

Antes de retomar su caminata, llenó nuevamente el jarro para que otra persona pudiese también tener allí a agua de que necesitase. Añadió a la nota colocada junto al jarro: "Créame, es la pura verdad. Tiene que dar algo de sí antes que reciba un algo de vuelta"

¿Hemos aprendido, en nuestra caminata con Dios, que las bendiciones venidas de una donación personal, sin interés de retribución, proporcionan mucho más alegría y goce de lo que cualquier cosa recibida? ¿Hemos practicado la enseñanza del Señor Jesús con liberalidad o permanecemos en la expectativa de solamente disfrutar las bendiciones qué aguardamos con ansiedad?

Cuando actuamos con amor, extendiendo las manos para el prójimo siempre que nos es posible, el buen humor nos acompaña en cualquier circunstancia, el día nos parece más agradable, las flores se muestran más vivas y perfumadas, y todo lo más parece sonreír a nosotros. Pasamos los días más felices y sentimos lo acariciar de las manos de Dios sobre nuestros hombros. Pidamos al Señor que remueva de nosotros todo sentimiento egoísta y nos enseñe a amar al prójimo como a nosotros mismos.
Paulo Barbosa

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