Un hombre de negocios muy activo, extenuado por sus muchos quehaceres profesionales, decidió pasar tres días y sus correspondientes noches en un monasterio retirado en la cima de una montaña, para poder descansar un poco.
Se instaló en una de las habitaciones del monasterio y conoció un monje solicito y muy bondadoso. Durante los tres días, el visitante no dejó de hablar y contarle sucesos de su propia vida y de sus negocios al hospitalario monje, sin reparar en absoluto en las necesidades del religioso.
Al anochecer del tercer día, el hombre de negocios sacó una botella de licor que llevaba con él y se tomó unas cuantas copas. Después, medio ebrio, se puso a recitar un poema que decía:
· “Al pasar por un monasterio ubicado en una solitaria cumbre, me instalé allí tres días y estuve hablando con uno de los monjes. Lejos de mi agitada existencia, gocé de horas de reposo”
Al anochecer del tercer día, el hombre de negocios sacó una botella de licor que llevaba con él y se tomó unas cuantas copas. Después, medio ebrio, se puso a recitar un poema que decía:
· “Al pasar por un monasterio ubicado en una solitaria cumbre, me instalé allí tres días y estuve hablando con uno de los monjes. Lejos de mi agitada existencia, gocé de horas de reposo”
Y entonces el monje se echó a reír abiertamente. Perplejo, el hombre de negocios preguntó:
· “¿Por qué se ríe así?”
El monje contestó:
· “Porque sus horas de reposo me han costado a mí tres días terribles de cansancio”
· “¿Por qué se ríe así?”
El monje contestó:
· “Porque sus horas de reposo me han costado a mí tres días terribles de cansancio”
Enseñanza: Por falta de sensibilidad, no solemos ponernos en el lugar de los otros y descubrir sus necesidades. Nuestro egoísmo nos impide contemplar las inquietudes ajenas, pero en la senda hacia la liberación interior, es necesario ejercitar el amor consciente e incondicional , que consiste en… No solo en saber recibir, sino en saber dar; no tan solo en esperar ser considerado, sino en aprender a considerar; no solo en solicitar que atiendan nuestras necesidades, sino en saber atender a los demás.
DAR Y RECIBIR ES EL REAL AMOR INCONDICIONAL
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