MÉXICO D.F, 08 Oct. 15 / 04:38 pm (ACI).-Vivió en carne
propia la persecución religiosa en México. Se enfrentó a los masones para
recuperar una iglesia
y fue exorcista “muy poderoso”. Además, las
largas horas que dedicaba a confesar fieles hace que muchos lo llamen “el nuevo Padre Pío”. Se trata del P. Juan Manuel
Martín del Campo, quien sigue camino a los altares tras ser declarado Venerable
por el Papa Francisco el pasado 30 de septiembre.
El P. Juan Manuel Martín del Campo nació en Lagos de Moreno, estado de
Jalisco, el 14 de diciembre de 1917 dentro de una familia cristiana, en la
que se rezaba el rosario
todos los días y donde la madre bendecía a los hijos al llegar la noche, afirmó
a ACI Prensa el P. Rafael González,
postulador de la causa de beatificación.
Este ambiente contribuyó a que desde joven Juan Manuel quisiera “consagrarse a Dios y servir a sus hermanos”. Una
vocación sacerdotal que también compartió su hermano Fernando.
En la década de los 30 se encontró en México DF con San Rafael Guizar y
Valencia, entonces Obispo de Veracruz. “Él vio algo
en el santo que le cautivó y decidió quedarse en el seminario. Entonces se
convirtió en veracruzano por adopción”, comentó el P. González, quien
también lleva la causa de varios mártires de Xalapa y en el pasado de San
Rafael Guizar.
FORMACIÓN Y
EVANGELIZACIÓN DURANTE PERSECUCIÓN RELIGIOSA
Durante la guía pastoral de Mons. Guizar, la Iglesia en Veracruz sufrió
una cruda y fuerte persecución a manos del gobernador del estado, Adalberto
Tejada. A partir de 1930, y con la promulgación de la ley anticlerical 197, se
clausuraron los templos y fueron asesinados sacerdotes y fieles.
Pese a las tribulaciones, el Obispo no se dejó intimidar y continuó con
la formación de los futuros sacerdotes de manera clandestina. Entre los alumnos
estaba Juan Manuel Martín del Campo, que se convirtió en amigo de San Rafael
Guizar.
“El santo obispo infundía a sus seminaristas y
sacerdotes la fortaleza e inclusive les enseñaba a desafiar los peligros para
que, en medio de la adversidad, mantuvieran su vocación al sacerdocio”, indicó el P. Rafael González.
El Prelado también enviaba a los seminaristas y sacerdotes disfrazados
de plomeros, albañiles o carboneros para que pudieran celebrar las Misas en la
clandestinidad.
Durante estos años, San Rafael nombró a Juan Manuel coordinador del
grupo de alumnos que compraba los víveres para los estudiantes del seminario.
También colaboraba con el Obispo en la celebración de la Misa.
En ese periodo de formación, el joven mostró un carácter fuerte que “casi rayaba lo irascible. Pero tú lo veías y era un alma
de Dios por un ejercicio interno de virtud que él hacía. Él decía que lo
primero por lo que luchaba era por domar su carácter y la bestia interior que
llevaba. Se doblegaba ante todo para mostrar el rostro misericordioso de Dios”,
dijo el P. González.
“Con el tiempo el joven Juan Manuel Martín del
Campo se convirtió en un hombre de paz, con la serenidad y confianza propia de
quien tiene a Dios consigo. Eso lo transmitía y lo dejaba ver en su forma de
actuar y de relacionarse con los demás. Era un pacificador nato, en que Dios
había puesto ese don para calmar y confundir a los beligerantes”, destacó.
El 16 de julio de 1939, recibió el ministerio del acolitado de manos
Mons. Manuel Pío López Estrada, quien sucedió en el cargo de Obispo a San
Rafael Guizar. Juan Manuel fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1940.
Su carácter fuerte y aguerrido lo ayudó a enfrentar las injusticias de
su tiempo. Cuando tenía 28 años se enfrentó a los masones para recuperar un
templo que estos habían convertido en un salón de baile.
“El luchó con un grupo de fieles. Intentó el
diálogo y como la otra parte no cedió, fueron poco a poco, sin violencia,
entrado y tomando posesión del sitio para devolverlo al culto”. Este templo es ahora la Basílica Menor de Santa María de Guadalupe, un
santuario de esta advocación muy famoso en Xalapa.
LO COMPARAN CON SAN
PÍO DE PIETRELCINA
“Su vida
era una oración. Su trabajo lo hacía oración, dedicaba muchísimas horas al
confesionario, a atender a los enfermos y a los pobres. Eso él lo hacía
oración. Pasaba cerca de tres horas frente al Sagrario, que muchas veces
estaban distribuidas en distintos momentos del día porque dependía de las
jornadas de trabajo”, dijo el P. González.
Por otro lado, el Venerable P. Juan Martín del Campo ha recibido el
título de “el nuevo Padre Pío” debido al don
que tenía para la confesión.
“Dedicaba 6 a 8 horas al confesionario. Había una
cola interminable. La gente esperaba hasta la medianoche. El P. del Campo
siempre tenía el consejo adecuado, la palabra adecuada para levantar el alma
caída del penitente, para fortalecerlo, mostrarle el rostro misericordioso de
Dios y para hacer atractivo el sacramento de la penitencia”, explicó el postulador de la
causa. También, “según los testimonios de los fieles, el sacerdote sabía cuáles eran los pecados que les faltaba confesar a los penitentes”.
causa. También, “según los testimonios de los fieles, el sacerdote sabía cuáles eran los pecados que les faltaba confesar a los penitentes”.
En 1987 fue nombrado exorcista por el Obispo de la diócesis. El P.
González señaló que las condiciones para ser nombrado exorcista es tener
“santidad de vida, ciencia, prudencia, vivencia de virtudes cristianas y
humanas y no tener ‘facha’ ante los demás”. El P. del Campo cumplía al cien por
ciento con todos esos requisitos.
“Fue un exorcista muy poderoso. Incluso algunos de
sus exorcismos trascendieron hasta con cierta espectacularidad en nuestra zona
centro de Veracruz”, afirmó.
Uno de los casos más famosos es un exorcismo de 1994. En el Centro de
Especialidades Médicas de Xalapa había una mujer que, según los médicos, sufría
de un trastorno
psicológico que empeoraba a pesar de todos los tratamientos. Entonces llamaron al P. del Campo quien la libró de los demonios que la atormentaban.
psicológico que empeoraba a pesar de todos los tratamientos. Entonces llamaron al P. del Campo quien la libró de los demonios que la atormentaban.
CAMINO HACIA LOS
ALTARES
El P. Juan Manuel Martín del Campo falleció en el año 1996. “La gente quiso declararlo santo inmediatamente, pero se
tenía que esperar por ley canóniga cinco años. Pero nosotros no quisimos
iniciar el proceso inmediatamente. Incluso el Arzobispo sugirió esperar un poco
más de tiempo. Consideramos que si seguían las peticiones se iniciaba el
proceso”.
Sin embargo, la fama de santidad del sacerdote siguió creciendo e
incluso se incrementó el número de los fieles que visitaban su tumba y pedían
su intercesión.
“Entonces en el año 2009 iniciamos el proceso de
manera formal. Luego de seis años conseguimos el decreto de las virtudes
heroicas y el título de venerable. Queda un milagro que se presente para
solicitar su beatificación”, manifestó el postulador.
El P. González afirmó que este sería el primer exorcista latinoamericano
que va camino a los altares. “No conozco de otro
caso similar en el continente así que presumo que será el primero”,
comentó.
Sobre el reconocimiento a las virtudes, el postulador explicó que el P.
del Campo “cumplió con las virtudes teologales,
cardinales y anexas. Pero decir que las cumplía con un grado heroico quiere
decir que lo hacía de una manera superior a la que lo hacemos el común de los
mortales. Todos los que tenemos fe nos esforzamos para hacerlo de alguna
manera, pero no como los santos. Por eso se llama ‘heroicidad’, porque ellos
se convierten en el ejemplo”, explicó.
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