Por Abel Camasca
LIMA, 16 Oct. 15 / 12:16 am (ACI). -“Cuando
uno ama, todo habla de amor, hasta nuestros trabajos que requieren nuestra
total atención pueden ser un testimonio de nuestro amor”, decía Santa
Margarita de Alacoque, a quien se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús.
Santa Margarita María nació en Francia en 1647. A los cuatro años
consagró a Dios su pureza e hizo voto de perpetua castidad. Cuando tenía ocho
años murió su padre, ingresó en la escuela de las Clarisas pobres, donde se
sintió atraída por la vida
de las religiosas, y recibió la comunión a los nueve años, algo poco común para
la época.
Dos años después contrajo una dolorosa enfermedad reumática que la
obligó a guardar cama hasta los 15 años y por ello tuvo que regresar a su casa.
Buscó alivio en la Virgen María, a quien le prometió que si le devolvía la
salud, se haría una de sus hijas y de esta manera recobró la salud.
La joven, en cambio, se dejó llevar por la vanidad y las diversiones,
pero la Virgen se le apareció en diversos momentos para reprenderla y animarla
en su camino de santidad.
En casa, Margarita y su madre eran agresivamente controladas por unos
familiares que se habían apoderado de sus bienes. Además, la mamá tenía una
herida dolorosa en el rostro que la joven curaba todos los días. Ante todo
esto, ella siempre buscó consuelo en el Señor.
Poco a poco fue tentada a casarse y Margarita
empezó a arreglarse, considerando que lo de su voto tal vez podía obtener
dispensa porque lo hizo siendo niña. Es así que en una ocasión Jesús le dijo
que Él la había motivado a hacer el voto de castidad y que después la había
puesto al cuidado de su Santísima Madre.
Pero Margarita recién comprendería que estaba
perdiendo un tiempo precioso, del cual se le pediría una cuenta rigurosa a la
hora de la muerte, cuando el Señor se le apareció desfigurado, flagelado, y le
dijo: “¿Y bien querrás gozar de este placer? - Yo no gocé jamás de ninguno, y
me entregué a todo género de amarguras por tu amor y por ganar tu corazón-
¿Querrás ahora disputármelo?”
Más adelante, después de convencer a sus
parientes, ingresó al Convento de la Visitación. Margarita allí se desenvolvió
de manera humilde, obediente y sincera ante los sacrificios de la vida en
comunidad y profesó el 6 de noviembre de 1672.
Con el tiempo recibió revelaciones del Sagrado
Corazón de Jesús y sufrió todos los primeros viernes de mes una reproducción de
la misteriosa llaga del costado.
Por sus visiones y enfermedades, en el convento
empezó a recibir incomprensiones y rechazos, tuvo que pasar por interrogatorios
difíciles ante teólogos y se llegó a decir que sus experiencias místicas podían
ser obra del demonio. Todo esto se detuvo cuando se conoció con el sacerdote
jesuita San Claudio de la Colombiere, quien pudo ver en ella su santidad y
habló con la madre superiora.
Por obediencia escribió lo que Dios le había
revelado y contó los mensajes divinos a su comunidad. Al principio fue
humillada, pero después recibió el aprecio de sus hermanas.
Santa Margarita, lamentablemente, no vería
cumplirse en la Iglesia
la institución
del día del Sagrado Corazón de Jesús, tal como se lo había pedido
Jesucristo. El 17 de octubre de 1690, habiendo previamente indicado esta fecha
como el día de su muerte, partió a la Casa del Padre con 43 años de edad y 18
de profesión religiosa.
Entre los monasterios de las Visitandinas se
empezó a propagar la devoción al Corazón de Jesús y en 1765 Clemente XIII
introdujo la Fiesta del Sagrado Corazón en Roma. Para 1856 el Beato Pío IX la
extendió a toda la Iglesia y finalmente, en 1920, Margarita fue proclamada Santa
por Benedicto XV.
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