Dios cambia tus
vestiduras de lamento en alegría. Él Señor te lava de toda mancha de pecado, te
reviste con su favor, gracia y poder. El ropaje de la nueva naturaleza te
habilita para entrar en el camino de tu bendición.
En Apocalipsis 3:4 dice: “Pero tienes unas pocas personas en
Sardis que no han manchado sus vestiduras y andarán conmigo en vestiduras
blancas, porque son dignas”.
La biblia habla de nuestras vestiduras espirituales, ellas
tienen que ver con nuestro estado interior, con nuestro corazón. Tal vez hoy en
tu vida no ves en tus ojos naturales lo que te gustaría. Tu realidad es que las
cosas no son como esperabas o como te gustarían, pero si primero no te vistes
del poder de Dios, no cambias tus ropas espirituales de lamento, queja o
incredulidad; nunca lo verás en lo natural. José tuvo un sueño, sus hermanos lo
traicionaron, engañaron, lo hicieron esclavo y estuvo preso, pero en todos sus
padecimientos mantuvo sus vestiduras espirituales de forma correcta; con fe y
santidad, no guardando rencores, limpiándose de malos sentimientos. Pero un
día, esto dio como resultado, que todo lo que él era según sus vestiduras
espirituales, se manifestara en el plano material. Sus ojos lo vieron
realizado, sus manos palparon la promesa del Señor. No manches tus vestiduras
espirituales, límpiate de la queja, de la duda y de la desobediencia a la
palabra de Dios, vístete de la nueva
naturaleza de Jesús, porque ella te habilitará para que encuentres el camino de
la plena bendición.
Oremos así:
“Señor limpia mis vestiduras de todo pecado, lávame del
rencor y la rebeldía. Hoy cambio mis vestiduras de lamento por alegría, me
pongo la ropa del favor y la gracia de Dios. Caminaré vestido de fe y santidad,
lo pido y declaro en el nombre de Jesús. Amén”
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