Lo que Dios puede hacer
en ti supera en mucho a tus propias expectativas y a lo que otros creen de tu
persona. Dejarás de ver las cosas con mentalidad meramente humana y podrás
tener una visión de fe que abrirá los cielos sobre ti.
En Marcos capítulo seis, Jesús había vuelto a Nazaret, su
pueblo, donde muchos se burlaron de él, porque no aceptaban que su vecino, el
hijo del carpintero, tuviera tanta sabiduría y poder. El versículo cuatro lo
concluye así: “Entonces Jesús les dijo: «Un profeta recibe honra en todas
partes menos en su propio pueblo y entre sus parientes y su propia familia». Y
debido a la incredulidad de ellos, Jesús no pudo hacer ningún milagro allí,
excepto poner sus manos sobre algunos enfermos y sanarlos. Y estaba asombrado
de su incredulidad”.
Por un lado enseña que debemos tener en cuenta la resistencia
por parte de nuestros propios parientes, que no podrán esperar que nada
demasiado grandioso pueda suceder con nosotros. Y por otro lado vemos que
aquellos que ven todo humanamente, no aceptan que Dios unge a las personas
haciendo maravillas, cierran sus expectativas, bloqueando así una bendición
para ellos mismos. Renunciemos a pensar todo con lógica meramente humana, porque
el Señor puede hacer cosas que superan nuestra capacidad de razonamiento. Mira
con los ojos de Jesús, eleva tu fe. El Señor puede hacer mucho más de lo que
esperamos o entendemos.
Oremos así:
“Padre hoy decido ver con los ojos de la fe. Renuncio a pensar
todo con mi limitada lógica humana. Abro mi visión espiritual para recibir tu
ayuda, salvación, milagros, sanidades y maravillas, lo pido y declaro en el
nombre de Jesús, amén”
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