Somos antorchas que sólo tenemos sentido cuando
ardemos y somos luz; somos torrentes de agua viva nacidos para darnos y no
estancarnos. Líbranos de la prudencia cobarde que nos hace evitar cualquier
sacrificio.
La vida se entrega con sencillez, sin publicidad, como
el agua de la fuente, como una madre da el pecho a su hijo, como el sudor del
sembrador...
Entrénanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible, porque
tras lo imposible está tu gracia y tu presencia…
No conocemos el futuro, nuestro camino está
cubierto de niebla, pero sabemos que Tu estás y no podemos caer en el vacío.
Por eso queremos seguir entregándonos, porque Tu
estás esperando en la dura noche, en millones de ojos humanos, repletos de
lágrimas...
(Nadie tiene un amor más grande, que el que da la
vida por sus amigos) del Evangelio de San Juan.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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