Se me mostró un jardín. En él lucía un árbol
precioso que todos admiraban; pero era artificial. A su lado crecía un árbol
feo si se le comparaba con el otro; pero al llegar la primavera, se llenó de
flores y luego dio unos hermosos, dulces y perfumados frutos. El artificial
permaneció sin cambio alguno. Y escuché estas palabras:
- No hagas caso de las apariencias de las personas.
No sea que todo se quede en eso, en mera apariencia. Espera a observar los
frutos.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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