La
persona humana..., está formada por un parte material visible llamada cuerpo y
una parte espiritual invisible llamada alma. El hecho de que el alma, como todo
lo que pertenece al orden superior de lo espiritual sea invisible a los ojos de
nuestra cara, pero no a los ojos de nuestra alma, determina que haya personas
que nieguen la existencia del alma humana. Tanto cuerpo como alma, tienen ambas
unas necesidades básicas de alimentarse, seguidas de otras necesidades de
carácter más secundario. La alimentación fundamental de cuerpo es la comida,
sin la cual el cuerpo no puede subsistir. La alimentación fundamental del alma,
el pan del alma, es la oración y los sacramentos.
En la
alimentación secundaria el hombre, una vez que este ha cubierto sus necesidades
básicas, aparecen una serie de necesidades que el mismo se, ha creado en la
medida que se ha ido desarrollando más su capacidad creadora. Hay aquí una
serie de elementos que ayudan al desarrollo de la vida material humana y que
son queridos por Dios, pero hay otros que se ha creado el hombre y que no son
del agrada de Dios, por ser fruto de una desordenada conducta, como puede ser
la vanidad de poseer unos bienes de lujo, mejores y más grande que los que
tiene el vecino o conocido.
Acerca de
las necesidades materiales del hombre, el Señor nos dejó dicho lo siguiente: "25
Por eso os digo: No os inquietéis por vuestra vida, por lo que habéis de comer
o de beber, ni por vuestro cuerpo, por lo que habéis de vestir. ¿No es la vida
más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad como las aves del
cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros, y vuestro Padre
celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? 27 ¿Quién de
vosotros con sus preocupaciones puede añadir a su estatura un solo codo? 28 Y
del vestido, ¿por qué preocuparos? Aprended de los lirios del campo, como
crecen; no se fatigan ni hilan. 29 Pues yo os digo que ni Salomón en toda su
gloria se vistió como uno de ellos. 30 Pues si a la hierba del campo, que hoy
es y mañana es arrojada al fuego, Dios así la viste, ¿no hará mucho más con
vosotros, hombres de poca fe? 31 No os preocupéis, pues, diciendo: ¿Que comeremos,
que beberemos o que vestiremos? 32 Los gentiles se afanan por todo eso; pero
bien sabe vuestro Padre celestial que de todo eso tenéis necesidad. 33 Buscad,
pues, primero el reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura. 34
No os inquietéis, pues, por el mañana; porque el día de mañana ya tendrá sus
propias inquietudes; bástale a cada día su afán”. (Mt 6, 25-34).
Es muy
poca la atención que se le pone a este pasaje evangélico y son varias las
razones. Desde luego que Dios no nos va a proporcionar, ni una segunda mejor
casa de verano, ni un mejor coche, ni un yate, ni un crucero por el Caribe o
las Seycheles, entre otras varias razones, porque solo el soñar con conseguir
este tipo de bienes, es alejarse de Dios. Alguno pensará, pero si yo solo
deseo, ¿es que acaso con el pensamiento se pecar?; pues sí se peca, porque la
intencionalidad, es de por sí el primer paso y Dios ve el fondo de nuestros
corazones, algo que nosotros no vemos.
En el
párrafo evangélico visto, bien claro que se nos dice: “…; pero bien sabe vuestro
Padre celestial que de todo eso tenéis necesidad.” El Señor se refiere lo que son
auténticas necesidades, que son las propias de un alma que ama a Dios y que lo
que pide a Él, no es ninguna gula.
Existe
una clara relación, entre la vida corporal material de una persona y la vida
espiritual de ella. Es imposible darle cumplimiento total, a las peticiones de
nuestro cuerpo y llevar una vida espiritual plena que aumente el desarrollo
espiritual de nuestra alma, incrementando los sentidos espirituales de ella en
especial los ojos del alma. A estos efectos el Señor nos dejó dicho: "24
Nadie puede servir a dos señores, pues o bien, aborreciendo al uno, amará al
otro, o bien, adhiriéndose al uno, menospreciará al otro. No podéis servir a
Dios y a las riquezas”. (Mt 6,24).
La lógica
nos dice que lo material se capta por medio de la materia y lo espiritual por
medio del espíritu. Aunque pueda ser que a muchos no les interés el tema, la
realidad es que para ver lo material tenemos los ojos de nuestra cara y la luz
material que le da vida a esos ojos, porque la materia se capta por medio de la
materia. Pero las existentes realidades espirituales, solo las pueden captar
los ojos de nuestra alma, iluminadas por la Luz divina, si es que ellos se
encuentran lo suficientemente desarrollados, ya que solo son ellos el medio de
que disponemos para captar las realidades espirituales.
Se cuenta
del Santo cura de Ars, que siempre tenía una gran fila de personas para
confesarse y que más de una vez al ir al confesionario iba mirando a las
personas que se iban a confesar con él. De pronto se quedaba parado delante de
una persona desconocida para él y le decía: Vd. no espere, pase el primero que
necesita confesarse con más urgencia que todos los demás. Sobre este tema
además de lo ya dicho sobre el Santo cura de Ars, hay otros ejemplos y uno muy
reciente, como es el del capuchino San Pio de Pieltrecina.
Si
alcancemos o llegásemos a tener la facultad de ver las almas de los demás,
quedaríamos fascinados de la belleza de un alma en gracia y sobrecogidos de
repugnancia, según el alma de la persona que contemplásemos. Santa Catalina de
Siena, escribe que una vez el Señor le manifestó: “Hija mía, si te mostrara la belleza de un alma en gracia, sería la
última cosa que verías en este mundo, porque el resplandor de su hermosura te
haría morir”.
Nos
cuenta Santa Teresa, que en una visión sublime, le mostró nuestro Señor
Jesucristo, nada más que una de sus manos glorificadas. Y decía que la luz del
sol es fea y apagada comparada con el resplandor de la mano glorificada del
Señor. Y añadía que ese resplandor con ser intensísimo, no molesta, no daña la
vista, sino que, al contrario, la llena de gozo y de deleite.
Alcanzar,
un nivel de vida espiritual, con un grado de desarrollo similar al que
alcanzaron estos santos y santas, es difícil, pero no imposible. No se trata de
privilegios que Dios dona a determinadas almas, sino que Dios está abierto a
donárselo a toda alma que se le entregue en amor. En el punto 33 de párrafo
evangélico arriba escrito, se nos dice: “33 Buscad, pues, primero el reino y su
justicia, y todo eso se os dará por añadidura”. Este es el camino
que hemos de seguir y seguir con perseverancia en el amor, y sobre todo, porque
el amor es la fuerza más potente de la disponemos, con ella todo lo podremos
lograr. Y no olvidemos nunca el principio que nos dice que: Querer es poder,
solo puede el que de verdad perseverantemente quiere.
Mi más cordial saludo lector y el
deseo de que Dios te bendiga.
Juan
del Carmelo
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