viernes, 16 de noviembre de 2012

BORJA LANGDON, HERMANO DE BELÉN: «CIENTOS DE PERSONAS SE HAN CONVERTIDO AL CONOCER SU HISTORIA»



«Dios estaba en el Madrid Arena»

Sacerdote, de 25 años, afirma que «lo importante no es la edad [a la que se muere] sino saber que esto es un peregrinar».

Se ordenó sacerdote en mayo, con 25 años, y cinco meses después daba la absolución a Belén, la sexta de los hermanos.

-¿Dónde estaba Dios cuando ocurrió la tragedia?

En el Madrid Arena.

-A veces parece el gran ausente.

Nunca es ajeno al dolor humano.

-¿Cómo lo sabe?

Porque Cristo en la cruz lo sufrió en su propia carne.

-¿Por qué Dios permite el sufrimiento de los inocentes?

Permitió la muerte de su Hijo, el Inocente máximo.

-¿Para qué?

De aquello sacó el máximo bien, la Redención.

-¿Y de la muerte de Belén qué saca?

Bienes espirituales.

-Eso es muy vago.

Cientos de personas se han convertido al conocer su historia o al asistir al funeral.

-¿Compensa venir a este mundo para morir aplastado?

La muerte nos tiene que llegar de un modo o de otro.

-Pero no así y a los 17 años.

Lo importante no es la edad sino saber que esto es un peregrinar.

-¿Esta vida es sólo un prólogo?

La verdadera viene luego.

-¿Y cree que Belén la ha alcanzado?

Ella decía que a quien muere el sábado se lo lleva la Virgen.

-Cuéntele esto a alguien que no tiene fe.

Le diría que la muerte no tiene la última palabra.

-Pero si tras la muerte no hay nada todo es un pufo.

Ya lo decía San Pablo.

-¿Que todo sería un pufo?

Que si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe.

-¿Y cómo sabe usted que la fe no es una alucinación?

Porque la fe es razonada.

-Luego, se puede demostrar...

Se basa en hechos: la existencia, muerte y resurrección de Cristo.

-Si está tan claro, ¿por qué no todos creen?

Porque Dios nos deja libres para que creamos o no.

-¿Su madre se enfadó con Dios?

No, tuvo dolor y tristeza, pero también paz.

-Recibió la noticia en Brasil.

Fue duro por la distancia, pero providencial porque estaba con mi padre.

-Y llegaron a tiempo de verla morir.

Pero se pasaron 11 horas en el aeropuerto de Río y 11 en el avión.

-¿Qué le dijo usted a su madre cuando llegó al hospital?

“¿Estás preparada para abrazar la cruz?”

-Y le contestó que sí.

“Con todas mis fuerzas”, me dijo.

-¿Su madre es especial?

No; tiene fe.

-Pero la fe no es un amuleto contra la adversidad.

Es creer que Dios nos ama.

-¿Cómo era Belén?

Alegre, servicial, sacrificada.

-Algún defecto tendría.

Las típicas peleas con sus hermanas.

-¿Con alguna en especial?

Con Natalia, la pequeña, pero luego le escribía notitas pidiéndole perdón.

-Resuma en dos palabras estos días.

Dolor y belleza.

-¿Belleza?

El cariño de la gente, el calor de la Iglesia, la gracia de Dios actuando.

Alfonso Basallo / La Gaceta

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