Hoy Pedro ayuda a personas que pasan por esa situación.
Pedro Millet explica que se acostaba colocado, se levantaba con resaca y después se emborrachaba, que perdía los empleos que le daban. Lo cuenta para mostrar que cambiar es posible.
Pedro Millet, valenciano de 52 años, perdió a su madre cuando sólo tenía 13. Un año después, su padre también moría. Desde niño había trabajado y a los 17 años era oficial de primera. Pero su vida personal era un desastre. A los 25 años tenía tres hijos y un divorcio.
"Mi vida no funcionaba, iba sin rumbo", relata Pedro en el semanario Paraula, de la diócesis de Valencia.
Hubo épocas en que su empleo le reportaba grandes beneficios pero sus vicios le ocasionaban grandes pérdidas. Durante 10 años, dijo, "he ido dando tumbos. Ha habido tiempos mejores y peores, pero en todos había mucho alcohol y drogas. He vivido en pensiones, en la calle, en alguna habitación compartida", relata Pedro.
Sus adicciones le precipitaron a la lacra del desempleo: "Como yo no estaba bien, en seguida perdía los trabajos. Me contrataban, pero me emborrachaba y directamente no iba a trabajar". Pedro consumía, además de alcohol, cocaína, anfetaminas y "todo tipo de sustancias a mi alcance".
En vez de reconocer sus problemas e intentar darles solución, "echaba la culpa de todo a la sociedad y mi vida no tenía rumbo, me colaba en un tren y me dejaba llevar a otra ciudad porque no encontraba una salida". Los momentos de lucidez eran escasos. "Me acostaba colocado, me levantaba con resaca y después me emborrachaba", reconoce.
En uno de los pocos momentos de consciencia, Pedro decidió poner fin a esta situación. Y sucedió en una iglesia.
"Me encontré el 2 de noviembre de 1998, pidiendo en la puerta de una iglesia en Jaca. Y no sé cómo, una lucecita se me encendió". Esa lucecita era una convicción: la convicción de que era posible y era necesario el cambio.
Quiso hacer "borrón y cuenta nueva" y encontró en la iglesia quién le ayudó a realizarlo: el Centro Socio-ocupacional Mambré, un programa de acción social de Cáritas Valencia que busca la rehabilitación personal y social de las personas a través de tareas ocupacionales, grupos de autoayuda y actividades de carácter lúdico.
Tras su paso por el centro, Pedro encontró trabajo en una empresa de aluminio. Ahora es educador en el propio centro Mambré y ayuda a otros que están viviendo lo mismo por lo que él pasó. "He aprendido a tener los pies en el suelo, a valorarme como persona y a saber que cuestan las cosas".
En vídeo, que se muestra a continuación, cuenta parte de su historia y la de este centro de la Iglesia que ayuda a muchas personas.
J. de Aldecoa / ReL
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