«Dios estaba en el Madrid Arena»
Sacerdote, de 25 años, afirma que «lo importante no es la edad [a la que se muere] sino saber que esto es un peregrinar».
Se ordenó sacerdote en mayo, con 25 años, y cinco meses después daba la absolución a Belén, la sexta de los hermanos.
-¿Dónde estaba Dios cuando ocurrió la tragedia?
En el Madrid Arena.
-A veces parece el gran ausente.
Nunca es ajeno al dolor humano.
-¿Cómo lo sabe?
Porque Cristo en la cruz lo sufrió en su propia carne.
-¿Por qué Dios permite el sufrimiento de los inocentes?
Permitió la muerte de su Hijo, el Inocente máximo.
-¿Para qué?
De aquello sacó el máximo bien, la Redención.
-¿Y de la muerte de Belén qué saca?
Bienes espirituales.
-Eso es muy vago.
Cientos de personas se han convertido al conocer su historia o al asistir al funeral.
-¿Compensa venir a este mundo para morir aplastado?
La muerte nos tiene que llegar de un modo o de otro.
-Pero no así y a los 17 años.
Lo importante no es la edad sino saber que esto es un peregrinar.
-¿Esta vida es sólo un prólogo?
La verdadera viene luego.
-¿Y cree que Belén la ha alcanzado?
Ella decía que a quien muere el sábado se lo lleva la Virgen.
-Cuéntele esto a alguien que no tiene fe.
Le diría que la muerte no tiene la última palabra.
-Pero si tras la muerte no hay nada todo es un pufo.
Ya lo decía San Pablo.
-¿Que todo sería un pufo?
Que si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe.
-¿Y cómo sabe usted que la fe no es una alucinación?
Porque la fe es razonada.
-Luego, se puede demostrar...
Se basa en hechos: la existencia, muerte y resurrección de Cristo.
-Si está tan claro, ¿por qué no todos creen?
Porque Dios nos deja libres para que creamos o no.
-¿Su madre se enfadó con Dios?
No, tuvo dolor y tristeza, pero también paz.
-Recibió la noticia en Brasil.
Fue duro por la distancia, pero providencial porque estaba con mi padre.
-Y llegaron a tiempo de verla morir.
Pero se pasaron 11 horas en el aeropuerto de Río y 11 en el avión.
-¿Qué le dijo usted a su madre cuando llegó al hospital?
“¿Estás preparada para abrazar la cruz?”
-Y le contestó que sí.
“Con todas mis fuerzas”, me dijo.
-¿Su madre es especial?
No; tiene fe.
-Pero la fe no es un amuleto contra la adversidad.
Es creer que Dios nos ama.
-¿Cómo era Belén?
Alegre, servicial, sacrificada.
-Algún defecto tendría.
Las típicas peleas con sus hermanas.
-¿Con alguna en especial?
Con Natalia, la pequeña, pero luego le escribía notitas pidiéndole perdón.
-Resuma en dos palabras estos días.
Dolor y belleza.
-¿Belleza?
El cariño de la gente, el calor de la Iglesia, la gracia de Dios actuando.
Alfonso Basallo / La Gaceta
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