- Hemos de vigilar. Nuestra entrega a los demás puede estar adulterada.
Sonrió con picardía al joven y añadió:
- Podemos acercarnos a los demás buscando unión, queriendo ayudar. Pero, con el pretexto de
servirlos, podemos utilizarlos, manipularnos, servirnos de los otros. Podemos entregarnos a los demás, no pensando en ellos, sino en nosotros. Buscando nuestra plenitud, nuestro gusto, que los demás se hagan lenguas de nuestra entrega...
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Suspiró y concluyó:
Suspiró y concluyó:
- Esta forma de entregarse nos hace daño, porque nos centra en nuestro ego, y hace daño al otro, porque lo manipulamos. Siempre debemos preguntarnos por la intención profunda de nuestros
actos para con los demás. Y purificar esa intención. Hemos de entregarnos al otro por él, no por nosotros...
actos para con los demás. Y purificar esa intención. Hemos de entregarnos al otro por él, no por nosotros...
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