sábado, 17 de marzo de 2012

EL BALAZO DEL LEGIONARIO HERIDO EN AFGANISTÁN ERA MORTAL... PERO LLEVABA UN DETENTE BALA


Debió durar 10 minutos... pero está fuera de peligro.

El Tercio está recuperando la vieja tradición del Sagrado Corazón de Jesús protector en
combate. Iván Castro lo recibió antes de partir.

El pasado 7 de marzo, el caballero legionario Iván Castro Canovaca, jiennense de 23 años y futuro padre de una niña, recibió un balazo durante un combate en Afganistán. La orden de 14 de marzo de la Brigada de Infantería Ligera Rey Alfonso XIII, II de la Legión, da cuenta de la acción y resalta y detalla el excelente comportamiento militar de todos los legionarios que participaron en él, destacando en particular el teniente Ramón Prieto Gordillo, el sargento José Moreno Ramos, los cabos primeros José Manuel Gómez Santana y José Miguel Gómez Ortega, el cabo Fernando Carrasco Ibriani y el caballero legionario Iván Castro Canovaca.

De este último, fusilero del tercer pelotón, dice la orden que, "herido en los primeros segundos del combate, mantiene la calma y pide a su Jefe de Pelotón que le deje solo y acuda a su puesto nuevamente. Cuando su Jefe de Sección le decía que estuviera tranquilo que se iría a España a ver nacer a su hija, respondió que eso no le importaba, que lo que quería era seguir allí, en su puesto. No perdió en ningún momento la compostura, evitando ser un problema más en aquella
situación".

Castro Canovaca había recibido un impacto de bala enemigo que le había atravesado los dos pulmones, pasándole a milímetros del corazón, la aorta, la tráquea y el esófago.

La trayectoria recorrida y las lesiones causadas eran tan complejas que no se le pudo extraer el proyectil hasta pasados varios días. Actualmente se recupera en el Hospital Gómez Ulla de Madrid y está fuera de peligro, pero según ha podido saber ReL, la opinión de los médicos de cirugía torácica que le atendieron es que su caso es "único" y "lo normal es que hubiera fallecido en los diez primeros minutos".

EL DETENTE SALVADOR

Pero además de sus armas y pertrechos, uno de los objetos con los que partió hace semanas camino de Afganistán este caballero legionario (como otros miembros de la VIII Bandera del Tercio Don Juan de Austria, III de la Legión, que así lo desearon) fue un Detente Bala que les obsequiaron, a quienes quisiesen llevarlo, la Hermandad del Cristo del Perdón de Elche
y sus paisanos del Círculo de Amigos de las Fuerzas Armadas de Jaén.

Como publica la revista Armas y Cuerpos, de la Academia General Militar, en su número
de febrero, el teniente coronel Carlos María Salgado Romero, jefe de dicha bandera, ha decidido recuperar la vieja tradición del Detente Bala, de uso habitual entre los militares españoles desde hace siglos como invocación protectora al Sagrado Corazón de Jesús.

Nació a raíz del florecer de esa devoción con Santa Margarita María Alacoque (1647-1690), cuya plasmación fue el bordado de la imagen del Sagrado Corazón en pequeños emblemas para llevar
cosido a la ropa o colgado del cuello o en un bolsillo, y con la leyenda Detente, el Corazón de Jesús está conmigo, dirigida al demonio y contra la tentación.

Pero, explica la revista, "unos cuantos relatos de soldados que lograron esquivar a la muerte, de esa forma casi milagrosa en que, a veces, suceden las cosas, le dieron tanto prestigio al emblema, que viajó con los militares españoles por todas las guerras que vinieron después en la Península y también en aquellas por las que perdimos nuestras últimas posesiones en ultramar".

UNA VIEJA Y QUERIDA TRADICIÓN MILITAR

El popular Detente, sin perder su connotación espiritual, se transformó para los soldados españoles también en un Detente Bala, un último recurso para que, si era voluntad de
Dios, la muerte pasase de largo en medio del fuego enemigo.

El páter de la VIII Bandera dejó claro a los legionarios, al entregárselo bendecido, que no se trata de amuleto: "Seguro que os ayudará en los buenos y en los malos momentos, pero no
lo cojáis como el que lleva un amuleto, esto no es una pata de conejo.

Cogedlo como algo espiritual entre cada uno de vosotros y Dios".

Para Iván Castro, y para la hija que pronto verá nacer, el Detente sí fue un Detente Bala, el último
escudo para un caballero legionario cuando, según reza su himno legendario, "más rudo era el fuego y la pelea más fiera".

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