"En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
- Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que
entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios."
El Evangelio nos presenta hoy un fragmento de la conversación nocturna entre Jesús y Nicodemo. Sabemos que Juan es el más teológico y profundo de los cuatro evangelios y todos los detalles tienen su simbolismo. Nicodemo llega a Jesús de noche. Esa noche no es sólo horaria. Llega desde la oscuridad, desde la duda, desde el mal. Jesús empieza hablándole de una historia sucedida en el desierto durante el Éxodo. El pueblo ha empezado a murmurar. El Pueblo está en la noche. La serpiente de bronce elevada para que todos puedan verla será la salvación. La compara entonces con su elevación en una cruz para indicarle dónde debe encontrar la luz.
Dios, para salvar al hombre se hace hombre. La luz es saber ver a Dios en el Hombre. Dios muere en una cruz para salvarnos, pero esa cruz no está únicamente en el Gólgota. Dios muere en Auschwitz, en todo lugar donde el hombre es pisoteado, esclavizado, torturado, oprimido... Aquel preso del campo de concentración nazi, ante aquel niño ahorcado y la pregunta de su
compañero:¿dónde está Dios ahora?, lo entendió perfectamente al responder: ¿No
lo ves? Está ahí ahorcado.
Ver la luz es saber reconocer a Dios en el pobre, el humillado, el perseguido, el hambriento, el desnudo, el despreciado...Permanecer en las tinieblas es ignorarlo, o seguir viviendo como si nada. Y hemos de reconocer que andamos metidos en tinieblas. Seguimos en la noche como Nicodemo. Por eso Juan inicia su Evangelio diciendo que la Luz vino al mundo, pero las tinieblas no la recibieron.
Si queremos que la Luz reine en nuestro mundo, sólo hay un camino. Amar a todos los hombres, porque sólo así amamos verdaderamente a Dios.
No olvidemos que la historia que narra Jesús a Nicodemo es una historia de amor. Un Dios misericordioso que quiere salvar a TODOS los hombres. La palabra misericordia está algo devaluada, pero su significado etimológico es "amor para los pobres". En la Biblia encontramos muchas veces el calificativo de entrañable asociado a Dios. Un concepto que sólo las mujeres podéis entender.
Entrañable, es el sentimiento que embarga a la madre cuando nota que su hijo se mueve en sus entrañas...¿Cómo podemos continuar mostrando un Dios severo, sanguinario? ¿Cómo podemos seguir presentando la Salvación como la historia de un Padre que necesita la sangre de su Hijo para poder perdonarnos? ¿Cómo podemos ser capaces de condenar y matar en nombre de Dios?
Aceptar, recibir la luz, es ser misericordiosos y entrañables con todos los hombres: es AMAR.
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