De que vivimos tiempos raros en los que hay que ponerse a pensar si efectivamente el diablo anda suelto para liarlo todo, da cuenta esta noticia que acabo de leer: en Ubeda (Jaén) un padre ha sido
detenido el pasado martes, cuando unos vecinos lo denunciaron a la guardia civil después de encontrarse en la calle a la hija, que se había escapado de casa y que les dijo que estaba secuestrada en ella porque su padre la había castigado sin salir.
El padre fue puesto a disposición judicial, y sólo pudo salir del juzgado en libertad con cargos. No contento con ello, al día siguiente la requerida fue la madre, que vive separada del padre, aunque fue puesta en libertad por el juez, el cual, investiga ahora si los hechos pudieran ser constitutivos de un delito de detención ilegal (¡¡¡detención ilegal!!!; castigar a la niña a no salir un día con sus amigos… ¡¡¡un delito de detención ilegal!!!, ¡¡¡un secuestro para que nos entendamos!!!).
La verdad es que no consigo salir de mi asombro. Todo está convulsionado, esto es de locos, señores, de locos. Una niña de dieciséis años que puede abortar pero no comprar tabaco… ¡¡¡que se escapa de su casa para no obedecer a su padre!!! Unos vecinos que la ven campando por la calle sin el permiso de sus padres, los cuales no sólo no la devuelven a casa o en todo caso se abstienen de actuar, sino que… ¡¡¡se presentan ante la guardia civil a denunciarlos!!! Una guardia civil que se presenta en la casa no para devolver a la hija… ¡¡¡sino para detener al padre!!! Un juez que en lugar de desestimar el caso, como le parece mal que el padre retenga a la niña de dieciséis años…
¡¡¡entonces es él el que detiene al padre!!!
Imagino que la prescripción de este delito en que consiste castigar a los hijos sin salir será rápida (el juez Garzón no ha necesitado ni tres años para que sus presuntos delitos de prevaricación y
cohecho prescribieran) porque de no ser así… ¡¡¡vamos a meter a todos los abuelos de este país en la cárcel!!! (¡Ah, por cierto, y a muchos padres, entre los cuales yo mismo, que todavía “secuestramos” a nuestros hijos sin salir, cuando se portan mal!).
Por cierto que las últimas noticias sobre la niña hablan de que se ha escapado del centro en el que había sido recluida por las autoridades tras separarla de sus padres. ¿Y ahora qué? ¿Se va a repetir toda la parafernalia? ¿Los amables vecinos que tanto velaron por ella van a denunciar al director del centro? ¿La guardia civil lo va a detener? ¿El juez lo va a acusar de secuestro? ¿Va a molestar luego a su esposa para que declare sobre su comportamiento habitual en casa?
Pues bien, no, ya les digo yo que no. No porque en la situación paranoica por la que atraviesa nuestra sociedad, el estado “es bueno y munificente”, “sabe lo que necesita el ciudadano” y "vela generosamente por que lo reciba". En tanto que el padre es un ser maléfico y peligroso, el enemigo del hijo (y de la esposa faltaría más), el sospechoso habitual de la película “Casablanca”, el eterno culpable cuyo único estímulo es dominar, incapaz de gobernar sus ancestrales instintos machistas y prepotentes, preso de atávicos impulsos y complejos heredados de los que por desgracia para la sociedad e inexorablemente para él es incapaz de desembarazarse.
De la niña, mejor ni hablar. Y sobre lo que nos van a hacer estos niños malcriados cuando seamos viejecitos… la verdad, mejor ni pensar...
Luis Antequera
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