Al leer el Antiguo Testamento nos damos cuenta cómo el Pueblo de Dios caía con frecuencia en la idolatría. Sería un error leer estos textos como algo que ocurrió en el pasado y creer que no nos atañen a nosotros. La realidad es que seguimos teniendo ídolos: el dinero, el poder, el placer, la patria (cuando se la considera sagrada)...Pero hay ídolos más sutiles, que pueden pasarnos
inadvertidos: los intereses familiares, cuando nos llevan a despreciar y oprimir al otro. La técnica, cuando la despojamos de toda ética y nos lleva a la destrucción del medio ambiente...
En realidad, cualquier valor, por grande que sea, podemos desvirtuarlo y convertirlo en un ídolo. Incluso la misma Iglesia, en vez de ser el Pueblo de Dios, la Comunidad que nos une a Dios, podemos convertirla en un ídolo que nos separe de Él.
Este texto de alguien tan poco sospechoso de heterodoxia como Romano Guardini, es
ilustrativo:
"Tomado en sí mismo, todo valor es sólo beneficioso, positivo. Pero, ¿dónde hay un valor respecto del cual no surja también, en la vida concreta, la amenaza de un peligro, y de forma tanto más fuerte y sutil cuanto más elevado sea el valor? La "verdad" es en sí misma unívocamente positiva- Pero "decir la verdad" ¿no está siempre al borde de significar sencillamente "ser duro"? ¿Cuándo no se convierte la "bondad" también en debilidad? ¿Durante cuánto tiempo pueden la "entrega", la "abnegación" y el "abandono" preservar la dignidad?
(...)¡Qué cosas tan terribles ha traído ya sobre los hombres la voluntad de mantener pura la fe! ¡Cuánta inhumanidad ha producido el celo por la causa de Dios!"
(Romano Guardini)
Una Iglesia que no ayuda a encontrar a Dios, únicamente preocupada por salvaguardar la
ortodoxia, sencillamente no es la Iglesia. Como sigue diciendo Romano Guardini, de todo valor cuelga un infinito sufrimiento... El sufrimiento causado por convertir el valor en un ídolo, de manera que lo que debería hacernos crecer, se transforma simplemente en una cárcel, en una trampa para el hombre...
Por: Joan Josep Tamburini
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