Esto lo tenemos bastante claro. Pero ya no tenemos tan claro, que hay diferentes maneras de mirar. Uno puede pararse ante una mata de romero. Tocarla, olerla, clasificarla como "Rosmarinus officinalis", valorarla dentro de un ecosistema, admirar su belleza... Y, sin embargo, nos habremos quedado a mitad de la mirada...
John Henry Newman escribió que "...todo cuanto existe o sucede visiblemente, oculta y al mismo tiempo sugiere - y, sobre todo, está al servicio de - un sistema mucho más grande de personas, hechos y acontecimientos que están más allá de lo visible."
María Fradera y Teresa Guardans ("La setena direcció, el conreu de la interioritat",Ed. Claret) nos cuentan, cómo Wakan Tamka, el Dios de los indios lakotes, tras disponer las seis direcciones, Este, Sur, Oeste, Norte, arriba y abajo, quiso fijar la séptima. Como era la de la más poderosa, la que contenía la sabiduría, quiso colocarla en un lugar en que no fuera fácil encontrarla. Y la colocó en el último lugar en el que piensan los humanos: en el corazón de cada persona.
Esa otra forma de mirar, la otra mirada que nos descorre el velo y nos descubre un mundo infinito, es la mirada del corazón. Las madres están acostumbrada a mirar a sus hijos con los ojos del corazón; por eso saben ver en ellos cosas que nadie ve...
Mirar la naturaleza, mirar a los hombres, mirar las cosas con la mirada del corazón, nos hará verlo todo como nunca habíamos imaginado que podía ser.
La otra mirada puede cambiar nuestra vida...
Joan Josep
No hay comentarios:
Publicar un comentario