Esta pregunta no es irrelevante y menos en el entorno católico, donde cada vez son más los que ven en el liberalismo la solución a los problemas sociales, políticos y económicos.
Muchos católicos ven en el liberalismo, y con razón, la suma y cima de todos los pecados. Tras la Revolución Francesa, surge el "liberalismo" como corriente ideológica que promulga la absoluta soberanía del individuo con entera independencia de Dios y de su autoridad. El liberalismo se vuelve el fundamento de buena parte de la inmoralidad de Occidente y la exaltación de un pensamiento individualista ajeno a todo aquello que no sea su propia voluntad y razón. En el orden económico, sin embargo, los principios liberales favorecieron el proceso de industrialización, en un entorno de “laissez-faire”, que permitió a Occidente superar la situación de pobreza que se vivía en el Antiguo Régimen y mejorar sustancialmente el nivel de vida de todos los ciudadanos.
Papas como Pío IX, León XIII, san Pío X, Pío XI, y Pío XII, condenaron expresamente el liberalismo como uno de los peores enemigos de la Iglesia, y las mismas apariciones de la Virgen María a Sta. Catalina Labouré (1830), que dio origen a la devoción de la Medalla Milagrosa, y en La Salette (1846), con la advertencia de “Dios abandonará a los hombres a si mismos”, pueden considerarse llamadas apremiantes ante el avance de las ideologías liberales que estaban acabando, entre otras, con la muy católica Francia. Para muchos, un católico que se proclame liberal sería, en el mejor de los casos, un católico engañado.
Por otro lado, sin embargo, cada vez es más abundante el número de católicos devotos y de buena voluntad que ven en el liberalismo económico una base moralmente superior desde la que plantear las soluciones para los problemas sociales, políticos y económicos de la sociedad. En España, economistas de reconocido prestigio, como Jesús Huerta de Soto, Rafael Rubio de Urquía, Rafael Termes, Juan Velarde entre otros, entienden que el liberalismo económico ofrece la doctrina más respetuosa con el pensamiento social cristiano. En esta misma línea, ha surgido el Centro Diego de Covarrubias, sobre estudios de economía, cristianismo y libertad, para profundizar sobre este encuentro entre liberalismo económico y pensamiento católico. En lengua inglesa y ya con una larga andadura se encuentran The Acton Institute y The Acton Institute of Economic Affairs, dos brillantes "think tanks" de profundas convicciones liberales y católicas.
El origen del liberalismo económico que tanto atrae a los economistas se encuentra en el pensamiento escolástico tardío, sobre todo el desarrollado por los escolásticos españoles de la llamada Escuela de Salamanca durante los siglos XVI y XVII. Estos dominicos y jesuitas no pretendieron escribir tratados de economía sino dar instrucciones morales. Sin embargo, fruto de su observación de la realidad, y en un esfuerzo por descubrir la Ley Natural que guía la acción humana, entendieron que la libertad y la iniciativa individual se encuentran en el centro del fundamento moral de la actividad económica.
¿Puede ser el liberalismo virtud y pecado a la vez? ¿Puede estar condenado por los papas y ser pauta de investigación económica de “think tanks" católicos de renombre?
La clave de interpretación quizás se encuentre en la relación que se dé entre libertad y verdad. Cuando el liberalismo surge como consecuencia de un pensamiento antirreligioso que busca “liberarse de la verdad” de las leyes de Dios, será pecado; cuando el liberalismo se fundamenta en la Ley Natural con el objetivo de “liberarse en la verdad” de las leyes de Dios, será virtud. Las palabras de Benedicto XVI, en su reciente visita a la Catedral de Santiago de Compostela, España, deja claro que no se puede vivir en libertad sin la verdad:
“Entre verdad y libertad hay una relación estrecha y necesaria. La búsqueda honesta de la verdad, la aspiración a ella, es la condición para una auténtica libertad. No se puede vivir una sin otra. La Iglesia, que desea servir con todas sus fuerzas a la persona humana y su dignidad, está al servicio de ambas, de la verdad y de la libertad... sin esa aspiración a la verdad, a la justicia y a la libertad, el hombre se perdería a sí mismo”.
Sin embargo, no soy experto, ni siquiera aprendiz, de teología y filosofía moral, así que dejo una pregunta tan compleja a la opinión de los lectores: ¿es compatible ser católico y ser liberal, el liberalismo económico impulsa el pensamiento social cristiano o lo destruye?
Apolinar
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