lunes, 15 de noviembre de 2010

ORDEN Y CREATIVIDAD


Hace unos días encontré una clave, un pensamiento altamente motivador para ordenar unas cuantas cosas pendientes que tenía. Me dije: "Voy a ordenar para ampliar mi espacio de creatividad".

Y con esta motivación acometí ese orden, no como un deber fruto de la creencia de que es mejor el orden que el desorden y ya está, sino como algo que va a redundar en bien mío y de los que me rodean. Este pensamiento me ha servido para ordenar con paz y alegría.

Hoy, por analogía, he aplicado esta motivación al pensamiento: "Voy a ordenar mis pensamientos para ampliar mi espacio de creatividad".

Me resulta claro que una mente desordenada, con una lluvia incesante de pensamientos anárquicos, no sólo impide la creatividad sino que nos limita en nuestra humanidad. Condiciona, en primer lugar, la relación que tenemos con nosotros mismos, nuestra autoconciencia, y también nuestras relaciones con los demás. Impide que alcancemos los objetivos que nos proponemos y propicia el sentimiento de frustración.

Santa Teresa de Jesús, mujer avanzada en su tiempo, llamó a esta clase de pensamiento desbordado y limitante, identificándolo con la imaginación, la "loca de la casa". Se la ha entendido mal diciendo que se refería de forma exclusiva a la imaginación, pues en la obra de Santa Teresa, pensamiento e imaginación quedan identificados.

Aludía a ese tipo de pensamiento insano que la distraía de sus objetivos, y que - había observado - llegaba a ser destructivo en algunas almas que le eran encomendadas. Dice Santa Teresa que fruto de eso, "vienen las melancolías y a perder la salud y aun a dejarlo del todo, porque no consideran que hay un mundo interior acá dentro, y así como no podemos detener el movimiento del cielo, sino que anda a prisa con toda velocidad, tampoco podemos detener nuestro pensamiento".

Ella tenía la gracia de distinguir entre su pensamiento y su ser más genuino, que a pesar de los pensamientos, seguía unido a Dios: "Yo veía (...) las potencias del alma empleadas en Dios y estar recogidas con Él, y por otra parte el pensamiento alborotado: traíame tonta".

Sabía que ella no era su pensamiento, sino que lo trascendía.
Pero se daba cuenta que esa vorágine de pensamiento destructivo y limitante, muchas veces embarga a toda nuestra persona, como les pasaba a veces a las religiosas que estaban bajo su cuidado: "y luego metemos todas las potencias del alma con él y nos parece que estamos perdidas y gastado mal el tiempo que estamos delante de Dios".

Ella misma, que ha vivido esta realidad en primera persona, nos da unas claves muy valiosas para gestionar este tipo de pensamientos. En primer lugar, ni turbarnos ni batallar con ellos: "Y así no es bien que por los pensamientos nos turbemos ni se nos dé nada".

Sí tomar conciencia de ellos para que no nos limiten y poder seguir centrados en nuestros objetivos: "Dejemos andar esta tarabilla de molino y molamos nuestra harina, no dejando de obrar la voluntad y entendimiento".

A mí me sirve, para aparcar pensamientos estériles, sustituirlos por pensamientos de amor. Pequeñas frases que me iluminan por dentro y me ayudan a concentrar mi persona en lo esencial.

Concluyo con Santa Teresa, en que "no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho; y así lo que más os despertare a amar, eso haced".

(Texto citado: Capítulo I de las Moradas Cuartas de Santa Teresa de Jesús)

Giorgina Trias

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