Cuando una “pareja” se casa, por lo general son “dos personas jóvenes”, con mucha vida por delante, energías por consumir y proyectos por realizar.
Incluso, si quienes se casan no son tan jóvenes, desde el momento en que lo hacen es porque se sienten con la capacidad física de formar una familia y caminar juntos por la vida durante mucho tiempo, caso contrario ni siquiera lo intentarían.
Pero, de repente suelen suceder hechos inesperados: un accidente, una enfermedad... y quien hoy puede ser una persona activa, productiva, con metas fijas, con promisorio futuro, “mañana podría estar sujeta a un impedimento”, y no ser capaz de ver, caminar, moverse o en el peor de los casos ni siquiera razonar...
El “cambio” que se produce entonces no es sólo como ser humano, sino también como familia y como pareja, con mayores o menores consecuencias, de acuerdo con la gravedad y la duración del problema.
IMPEDIMENTO TEMPORAL O PERMANENTE
Si uno de los “cónyuges” se ve ante un impedimento, cabe ante todo analizar si es algo “pasajero” o para “el resto de su vida” o tal vez, por “largos años”. Dependiendo de esto, varía la naturaleza de la situación. Su pareja tiene primordialmente que adaptarse a esta nueva forma de vida; entre los dos, el que sea la persona sana, tiene en sus manos el peso total del hogar.
Si es la “mujer”, tendrá que enfrentarse a la manutención económica del mismo y afrontar los problemas de la curación y de la atención del “esposo”, además de la atención de su hogar.
Si es el caso contrario, el “marido” tendrá que funcionar de padre y madre en relación a los hijos, además de la atención del hogar, así como también de la atención al tiempo que ella necesite, y todo esto aparte de la realización de su trabajo cotidiano como profesional.
Si el impedimento es “algo pasajero”, es llevadero y con un poco de organización, paciencia y tal vez la ayuda de algún familiar, es perfectamente superable. Incluso fortalecerá a la pareja y su raíz como tal, los lazos afectivos serán más sólidos y el concepto de “dos en uno” en el que se basa el matrimonio, tendrá aún mayor razón de ser.
Si el problema “dura mucho tiempo”, años tal vez, la mencionada dosis de paciencia debe ir emparejada al “amor” hacia su cónyuge, y la ayuda extra - especializada mejor - se impone.
Ahora bien, si el impedimento es “perenne”, entonces la situación toma un giro distinto. Al “amor” que los unió un día como pareja, debe agregarse una gran dosis de abnegación, y aquí resaltamos la diferencia entre que esto suceda en matrimonios jóvenes o en los que tengan muchos años casados... En este último caso, se ha compartido mucho más, se ha compenetrado más fuertemente como pareja, probablemente ya han visto realizados sus sueños tales como hijos, casa propia, etc..., y hasta el “amor” mismo alcanzó una “madurez ideal” y han estabilizado ya en cierta forma sus vidas.
En cambio, las parejas jóvenes, que sienten que sienten que tienen aún mucho por vivir, por hacer, y que lo que planeaban hacer juntos, ven de repente frustrados sus “sueños”, incluso su “futuro”; entonces la cosa se torna, por su propia naturaleza, muy difícil. En muchos de los casos el “matrimonio termina” o simplemente comparten un techo, sin que nada más los una como pareja. (sobre todo por parte de quien se ve en perfectas condiciones). Para la juventud es difícil sentirse atado a un ser inválido, ciego, etc.
ACTITUD DEL IMPEDIDO
Por otra parte, quien no ve, o está atado a una silla de ruedas y no puede valerse por sí mismo o sólo a medias, desarrolla primero (por lógica) un “carácter depresivo” en grado sumo, esto incluso sucede en quien sabe que su mal es pasajero. Después del periodo de “depresión” viene el de “irritabilidad”; todo le molesta, piensa que nadie lo ayuda, nada es a su gusto. Esto complica tremendamente la situación, ya que por lógica, su cónyuge jamás se sentirá bien al tener que atender, y en muchos casos, que soportar a una persona siempre irascible; será a sus ojos un ser “desagradecido” y llegará, incluso, a “hartarse” de hacerlo.
Mucha “ayuda profesional” y mucho más “paciencia” que su pareja necesitará quien no puede valerse solo, para que no llegue a desarrollar actitudes “agresivas o depresivas”; o peor que eso, actitudes de “indiferencia” hacia cuanto lo rodea. La “ayuda” deberá estar orientada más bien a buscar “estímulos”, por difícil que parezca, que los induzcan a sobrellevar su problema, acomodándose a él, “aprendiendo a vivir” plenamente aún dentro de sus condiciones, y a tratar de hacerle la vida los más “fácil” posible a su cónyuge y a quienes coexisten con él. Debe apreciar en grado sumo lo que su pareja hace y demostrarle mucho más “amor” y “comprensión” cuando el cansancio o el hastío (este último muy lógico) haga presa de su cónyuge, sin imponerse en trivialidades o impidiendo que haga su vida normal, pues tiene derecho y capacidad para hacerlo.
INTIMIDAD, AMISTADES, CELOS, COMPAÑÍA
Estos cuatro aspectos son de vital importancia para mantener a flote un matrimonio en el que de “dos” tan sólo queda “uno y medio”. Habrá casos en que las “relaciones sexuales” de la pareja no podrán hacerse jamás, otros, en los que deba pasar algún tiempo para que esto suceda, y en los que se podrán hacer a medias.
En el primero de los casos “intimidad”, para que el matrimonio subsista (aunque el plano sexual no es primordial, sí es muy importante) la ayuda profesional es indispensable para ambos miembros de la pareja; luego de ello, el compartir aficiones permisibles para los dos, pasar mucho tiempo juntos, y asimismo que el cónyuge no impedido haga actividades individuales sin oposición del otro, son de vital envergadura. La “psiquis” de ambos debe ubicarse en una situación irreversible, fomentar valores y dar cada uno lo mejor de sí mismo. Es posible lograrlo, y de hecho, lo es.
En los otros dos casos “amistades-celos”, debe primar el “cariño” que un día hizo que decidieran casarse, y como antes dijimos, la “paciencia” debe superar el “egoísmo”, y la “comprensión” debe unirlos en este aspecto, antes que separarlos.
Las amistades deben, en lo posible, seguirse frecuentando, como pareja o individualmente para ambos. Complementan la vida, son parte de la pareja y de cada uno; llenarán vacíos y fortalecerán la relación. Hay impedimentos que, por ejemplo, no van a una fiesta (pudiendo hacerlo) porque no pueden bailar o tomar licor. No sólo eximen a su pareja sino a sí mismo de un agradable buen rato.
Los “celos” van muchas veces de la mano a lo anterior, o sea a las “amistades”. Se “cela” a la pareja que tiene contacto con amigos, sean estos mutuos o personales. Se “cela” a la pareja con las personas con quienes trabajan; la persona impedida siente que ha perdido atractivo ante su cónyuge y se llena de “celos”.
Ambos deben superar los “celos”; quien los sufre tratará de “recuperar” la confianza en sí mismo; y su pareja, haciendo que tenga “confianza” y que no la pierda.
Su manera cotidiana de actuar debe tender a esto, darle la seguridad necesaria, entender por lo que está pasando su cónyuge, y no ofenderse por sus “celos”; en vez de ello, obrar con naturalidad, con afecto al respecto y decirle con palabras y actos, que sus “celos”, son “celos” sin fundamentos, dándole compañía, tan indispensable para una persona que se ve físicamente reducida temporal o perennemente. No se trata solamente de ayudarla a valerse sino conversar, estar junto a la persona porque se la ama y se disfruta su compañía, y no porque es necesario atenderlo simple e inevitablemente.
Una pareja se casa para vivir la vida juntos, pero... hay circunstancias que trastocan este principio... pero a pesar de esas circunstancias, ambos pueden luchar para lograr seguir siendo “dos” y no solamente “uno y medio”.
Autor: Mario R. Espinel
ORACIÓN DEL PERDÓN DIRIGIDA A PAREJAS
Señor, yo perdono a ese amor que tuve:
Por su falta de sinceridad, por engañarme, por serme infiel, por utilizarme, por proponerme el aborto, por hacerme sufrir a mí y a mis familiares, por perjudicarme en mis estudios, por humillarme, por dejarme por otra persona, por alejarme de Ti. Yo... lo perdono.
Señor, yo perdono a mi pareja, por su falta de amor, afecto, consideración, apoyo, atención, comunicación. La perdono por sus faltas, sus caídas, sus debilidades, por sus acciones y por las palabras que me hirieron y molestaron. Yo... perdono.
Señor Jesús, yo te pido en forma especial obtener la gracia de perdonar a la persona que me haya ofendido. Te pido poder perdonar a quien considero mi peor enemigo, al que me cuesta más perdonar, o a aquel del cual digo siempre que nunca lo voy a perdonar.
¡Gracias, Señor!, porque me libras del mal, purificas mi corazón y me ayudas a perdonar. ¡Gracias, Señor!, por tu amor y tu paz. Haz que Dios Espíritu Santo ilumine todos los rincones de mi mente.
Señor... sé que ahora que mi corazón está limpio gracias a Ti, mi enfermedad se irá de tu templo y así podrás Tú reinar en él. Lléname tanto de Ti, que todos puedan decir al verme que soy tu creación muy especial... que soy lo más grande que tu amor ha creado y que me necesitas para vivir en mí.
Señor, que ninguna oscuridad se atreva a opacar tu luz que es más fuerte que millones de estrellas juntas.
Señor, que nadie se atreva a tocar lo que Tú con tanto amor has creado. Te pido que vivas en mi corazón... te amo, te entrego mi esencia y todo mi ser, deseo que Tú seas en mí, para yo poder ser en Ti.
¡Gracias, Señor!, por la pareja que elegiste para mí. Te ruego de corazón que me la conserves.
Grupo Católico de Oración por los Enfermo “Sí Señor”
José Miguel Pajares Clausen
1 comentario:
Una bonita descripción de tres etapas en la vida matrimonial en
http://hombredeapie.wordpress.com
en el artículo
DOS EN UNO
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