La crisis económica ha ocurrido encima de lo que yo llamo una crisis de valores más profundos que el dinero.
Detrás de un currículo apabullante encontramos a Joaquín Fuster, médico psiquiatra y uno de los especialistas más prestigiosos del mundo en neurociencia cognitiva, una persona afable, cercana y con sentido del humor y uno de los mejores científicos del mundo en su especialidad.
-¿En qué términos se define el cerebro actualmente?
En líneas muy generales es un sistema complejo de adaptación al mundo, el sistema por el que el humano se adapta tanto al mundo físico como al mundo de los demás.
-El alzheimer nos deja sin memoria, sin recuerdos, ¿podrá curarse?
Yo no trabajo específicamente en el tratamiento del alzheimer, sino en los fundamentos neurológicos del conocimiento que se afecta con esta enfermedad. Muchos de estos fundamentos nerviosos se alteran en el alzheimer y con ello vienen los desastres como la pérdida de la memoria. Si un día entendemos mejor estos fundamentos, quizás lo podamos tratar mejor.
-Dicen que con la crisis hay más ansiedad, estrés y depresión. ¿Es normal?
Es un problema muy complicado, porque la crisis económica ha ocurrido encima de lo que yo llamo una crisis de valores más profundos que el dinero. Durante un tiempo nos acostumbramos a una vida hedonista, de satisfacción inmediata, sin tener muy en cuenta los efectos futuros de esa conducta, sobre nuestros hijos y el resto de la sociedad. Adquirimos deudas, no sólo de dinero sino de explicación y de valores. Con la caída financiera se desvirtuó el papel del dinero en medio de esa crisis de valores y la gente se encontró sin nada, sin el bienestar y sin el apoyo moral, humano, de los otros valores que se habían olvidado. Se desvirtúan las relaciones humanas.
-¿A qué valores se refiere?
Hay ciertos valores que tenemos en la raza humana que son los que nos permiten acumular conocimiento y establecer un fundamento lógico y razonable, entre ellos el principal es el de la familia. Es el núcleo de la sociedad, la escuela en la que aprendemos a cuidar de los demás, a establecer relaciones y a ligar entre nosotros mismos en comunidad trascendiendo el yo.
-¿Qué consecuencias puede tener esta crisis general?
No sólo conduce a ansiedad, sino a revoluciones en realidad. Cuando la gente tiene una existencia precaria y unas autoridades que no saben cómo resolver los problemas se desalienta mucho. El temor al futuro es lo que produce más ansiedad. Pero la crisis también puede ser positiva, sirve para concienciarnos de que esas otras cosas se han dejado demasiado de lado y deben volver a su centro. Cuando salgamos, que será lento, dos valores fundamentales se restablecerán, la generosidad y el ahorro.
-¿Sobre qué va el libro en el que trabaja actualmente?
Sobre un tema muy complejo, nada menos que del cerebro y la libertad, cuáles son las raíces de la libertad. Creo que empezamos a vislumbrar qué está ocurriendo con nuestra capacidad para decidir, elegir, predecir el futuro, para nuestro beneficio y el de los demás. La libertad es la capacidad de elegir, no sólo entre la información que recibimos sino también sobre nuestras acciones.
-Pero ¿existe la libertad?
Sí, sí, sí que existe, pese a todo, y se saldrá con la suya, lo arreglará todo, y no es que haya un señor dentro del cerebro que nos diga lo que hay que hacer, es el cerebro mismo el que se organiza, todo él y sobre todo la corteza prefrontal, que interviene en formular nuestros planes. Hay influencias que vienen de muy atrás, entre ellas conceptos básicos como el de la filiación, la familia, el altruismo, todo eso es de origen evolutivo, y es positivo. Todas las instituciones humanas están organizadas para reconciliar la libertad personal y la de los otros, y en el entrecruzamiento de estas dos libertades está la democracia. Trascender el yo no es sólo una fuerza evolutiva para sobrevivir nosotros y para defendernos, sino para asegurar la supervivencia de los demás.
-¿Y qué ocurre con la religión?
Ocurre curiosamente que las religiones que más se ocupan de los demás, del prójimo, entre ellas la cristiana, son evolutivamente las más lógicas. El lado malo de este sentido de grupo o comunidad es que fanáticos y políticos, religiosos o de cualquier género, para defender su grupo, su clase o su raza van a la guerra y organizan catástrofes, los demagogos se aprovechan de esto.
-La física cuántica se ha puesto de moda, ¿qué tiene que ver con los estudios sobre el cerebro?
No tiene una relación directa con el cerebro, pero sí tiene una relación fundamental en nuestros paradigmas para estudiar la neurociencia cognitiva. El paso de la física newtoniana a la cuántica trajo consigo dos cosas, una es la incertidumbre y otra la probabilidad. Este cambio es fundamental en nuestro paradigma de cómo estudiamos el cerebro y la cognición. La incertidumbre se hizo cierta. Lo que aprendimos con certeza es que hay incertidumbre en el universo, que no se puede predecir con gran exactitud lo que va a ocurrir, sólo con probabilidad. Si no, todo el mundo invertiría en bolsa y sería rico, ¿no?
-Y la economía es también una cuestión de sicología.
Claro. La bolsa y los mercados, en contra de lo que dicen los gobiernos, están guiados por las decisiones de millones de personas, cada una de las cuales actúa con conocimiento incompleto, a base de miedos o esperanzas o motivos afectivos, eso es lo que mueve los mercados, y da valores a los valores. La sicología es la base, los mercados son el resultado de acciones humanas, pero esto no quiere decir que las acciones humanas puedan planear los mercados.
-Despéjeme una duda. ¿Qué pasa con el cerebro, con su energía, cuando dejamos de existir?
Uy, esto es ya metafísica, no me avisaste de que me harías estas preguntas.
-Usted, como psiquiatra, ¿es muy escéptico con todo lo que está al filo de lo científico?
Yo no escribo sobre eso, pero te voy a decir una cosa, dentro de ese mundo de la parapsicología, lo enigmático, está la incertidumbre, está el hecho de que muchas cosas que no sabemos están actuando, aunque sea físicamente, sin que nosotros lo sepamos. Ahora bien, sabemos más de lo que creemos, porque nuestra conducta no está dictada sólo por lo que sabemos conscientemente, sino también por lo que sabemos inconscientemente. Por intuición, hombres y mujeres actúan con respecto a unos y otros, no pueden decir por qué ni cómo. Un conocimiento inconsciente que viene del cerebro, ahí está todo metido.
-Tanto pensar, ¿y al final actuamos a base de corazonadas?
No quiere decir que la corazonada sea más sabia, pero nos influye mucho.
-¿Y tampoco utilizamos todo el potencial de nuestro cerebro?
Nooo, qué va, porque lo que cuenta no es el número de células sino las relaciones entre las células, las fibras, los cables que las conectan. La conexión tiene lugar a lo largo de toda la vida, desde la cuna a la tumba, claro que no es igual cuando eres viejo que cuando eres joven. Aunque tenemos una ventaja los viejos, conectamos a niveles más elevados, más abstractos y complejos. Eso es lo que queda, se nos va la memoria de los hechos, pero lo que se incrementa, sobre todo con el ejercicio intelectual, es la memoria semántica y conceptual.
*Entrevista realizada por Fela Saborit al investigador Joaquín Fuster.
Joaquín Fuster nació en Barcelona en el seno de una familia de médicos. Estudió Medicina en la Universidad de Barcelona, se licenció en 1953 y se especializó en Psiquiatría en la ciudad condal y en Austria. En 1957 se marchó a Estados Unidos para iniciar su carrera de investigación en neurociencia en la Universidad de California. Entre 1962 y 1964 trabajó como investigador en el Instituto Max Planck de Psiquiatría en Munich. Defendió su tesis doctoral en la Universidad de Granada y es profesor de Psiquiatría en la Universidad de California (UCLA). Su lista de honores incluye premios como el Jean-Louis Signoret de La Sorbona, el Fyssen, el Goldman-Rakic y el Miller. Es doctor ´Honoris Causa´ por la Universidad Miguel Hernández y la Autónoma de Madrid. Ha realizado notables contribuciones a la neurociencia cognitiva y a esclarecer los mecanismos que rigen la memoria, la organización de planes personales de acción o la toma de decisiones.
Autor: Fela Saborit / Joaquín Fuster
No hay comentarios:
Publicar un comentario