jueves, 8 de enero de 2009

EL BUEN MINISTRO


Una de las tareas más difíciles que enfrenta una iglesia es elegir a un buen ministro.

Un miembro de una junta oficial que tenía que cumplir con ese angustiante proceso, finalmente perdió la paciencia. Acabada de presenciar cómo el comité de relaciones pastorales rechazaba solicitante tras solicitante, por alguna falta menor… real o imaginaria. Era el momento de que el mismo comité se hiciera un examen de conciencia. Así que ese hombre que había perdido la paciencia se levantó y leyó está carta, dando a entender que era de un solicitante.

Caballeros: Entiendo que su púlpito está vacante y me gustaría solicitar el cargo. Lleno con muchos requisitos. He sido un predicador con mucho éxito y también he tenido algunos triunfos como escritor. Algunos dicen que soy un buen organizador. He sido líder en la mayoría de los lugares donde he estado. Tengo más de 50 años de edad y nunca he predicado en un lugar por más de tres años. En algunos lugares, he dejado el pueblo después que mi trabajo ha ocasionado disturbios y levantamientos. Debo admitir que he estado en la cárcel tres o cuatro veces, pero no a causa de alguna fechoría. Mi salud no es muy buena, aunque todavía hay muchas cosas que puedo llevar a cabo. Las iglesias en las que he predicado han sido pequeñas, aunque han estado ubicadas en varias ciudades grandes. No me he llevado muy bien con los líderes religiosos de los pueblos donde he predicado. En realidad, algunos me han amenazado y hasta me han atacado físicamente. No soy muy bueno para llevar registros. Se me conoce por olvidarme de los que he bautizado. Sin embargo, si pueden utilizarme, prometo hacer mi mejor esfuerzo.

EL miembro de la junta se dirigió al comité diciendo:
· Bueno, ¿qué piensan ustedes? ¿Lo llamamos?”
¡Las honorables personas de la iglesia estaban pasmadas!
Estas se preguntaban:
· “¿Considerar a un enfermizo, buscapleitos, distraído, ex presidiario? ¿Está loco el miembro de la junta al preguntar qué pensamos? ¿Quién firmaba la solicitud? ¿Quién había tenido esa colosal desfachatez?”

El miembro de la junta los contempló a todos con agudeza, antes de replicar:
· Está firmada por el apóstol Pablo

1 Pedro 2:9: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable".

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