Algunas de las formas en que nuestra vida en la tierra debería ser impactada por lo que creemos acerca del Cielo.
Vamos pensar acerca de algunas de las formas en que nuestra vida en la tierra debería ser impactada por lo que creemos acerca del Cielo.
Primero, la esperanza del Cielo transforma nuestra perspectiva acerca de las desilusiones y sufrimientos de esta vida. D. A. Carson tenía razón cuando escribió: "No hay nada en las Escrituras que nos alienten a pensar que siempre seremos libres de las vicisitudes que asedian a un mundo moribundo". Pero una cosa que puede hacer la esperanza del Cielo es ayudarnos a poner el "lado oscuro" de la vida en perspectiva. Pablo escribió: "Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse" (Romanos 8:18). ¡La gloria venidera será inconmensurablemente mayor que la profundidad de cualquier aflicción que podemos conocer hoy!
¡Pero las Escrituras también nos dicen que nuestros sufrimientos presentes de hecho cumplen un papel en prepararnos para esa gloria venidera! Como lo expresó el apóstol: "Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria" (2 Corintios 4:17). Las mismas cualidades y virtudes que nos equipan para el Cielo están siendo hoy urdidas en nuestra alma a través de las muchas aflicciones de nuestra vida presente… liberándonos de las ataduras de la auto-indulgencia, creando en nosotros un corazón compasivo para con otros, y empujándonos para que nos acerquemos cada vez más a Aquél cuya presencia disfrutaremos por la eternidad venidera.
En segundo lugar, la esperanza del Cielo transforma nuestra perspectiva acerca de la verdadera naturaleza del éxito. Por todos lados escuchamos el mensaje de que la "buena vida" consiste en la acumulación de posesiones materiales, la adquisición de poder o el disfrute del placer sensual. Las Escrituras nos alientan a disfrutar de las muchas buenas cosas de la vida con las que podemos ser bendecidos (1 Timoteo 6:17); pero la esperanza del Cielo debería recordarnos que este mundo y todo lo que está en él está pasando, que su gloria es sólo por un tiempo (1 Juan 2:15, 17), que realmente somos "extranjeros y peregrinos" en este mundo (1 Pedro 2:11).
Es por eso que nos exhortan a poner nuestras mentes y corazones en el Cielo y a buscar las cosas de arriba (Colosenses 3:1, 3). Dios nos está urgiendo a abandonar lo que para Él son búsquedas triviales que terminan sólo en vacío, y a que nos dediquemos a aquellas ambiciones que darán fruto que nos acompañará al próximo mundo. Cuando Jesús dijo que "busquemos primero Su reino y Su justicia", nos estaba alentando a hacer de estas cosas nuestra prioridad más alta en la vida.
Finalmente, la esperanza del Cielo transforma nuestra perspectiva sobre la muerte. Las Escrituras en ningún lugar nos enseñan que como creyentes estamos inmunes o debemos negar la realidad de la pena que puede traer la muerte. ¡Pero en Cristo compartimos Su victoria sobre la muerte! ¡Nos entristecemos, pero no nos entristecemos como aquellos que no tienen esperanza (1 Tesalonicenses 4:13), sino más bien como aquellos que están seguros de reunirse con los seres queridos que han partido antes, de recibir un cuerpo glorioso que nunca se debilitará o se descompondrá, de entrar en una nueva vida asombrosa más allá de nuestros sueños más queridos, y de estar por siempre con el Señor!
Al final de sus queridos "Narnia Tales" (Cuentos de Narnia), C. S. Lewis describió los eventos que ocurren al entrar los personajes de su historia al Cielo: "Las cosas que empezaron a ocurrir después fueron tan grandes y hermosas que no las puedo escribir. Y para nosotros éste es el final de todas las historias, y podemos decir muy ciertamente que todos vivieron felizmente para siempre. Pero para ellos era sólo el comienzo de la verdadera historia. Toda su vida en este mundo y todas sus aventuras en Narnia sólo habían sido la tapa y la página del título: ahora por fin estaban empezando el Capítulo Uno de la Gran Historia, que nadie en la tierra ha leído; que sigue por siempre; en la que cada capítulo es mejor que el anterior"
Autor: Rick Rood
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