ÁNGEL MANUEL PÉREZ ES LOCUTOR PROFESIONAL Y OFRECE CURSOS EN PARROQUIAS
Los lectores tienen una gran responsabilidad en misa, puesto que los
feligreses escuchan la proclamación de la Palabra que ellos hacen.
La Santa Misa se
divide en las liturgia de la Palabra y de la Eucaristía. Por ello, las lecturas que propone la Iglesia en cada una de estas
celebraciones suponen una parte fundamental. Es necesario proclamarlas con respeto, dignidad
y de la mejor manera posible. No hay que olvidar que lo que se lee es Palabra
de Dios.
Sobre
este hecho lleva años reflexionando Ángel Manuel Pérez,
locutor profesional, católico comprometido y además profesor de lectura en Misa
Él es muy consciente de la importancia de la locución para llegar al
receptor y como católico la importancia de que la Palabra de Dios sea
comprendida por los
fieles. Por ello, ofrece cursos a las parroquias para formar a los lectores de
misa (Este es su contacto: info@onelocuciones.com ; 683
19 62 77).
Son ya numerosas parroquias y católicos los que han pasado por sus cursos para formar a los lectores de las misas.
Este
profesor recuerda que “el lector en nuestras Misas
hace como Jesús en la sinagoga, y debe procurar hacerlo tan bien como él lo
hizo. Así ayudará a que, para todos, lo
que leemos no sea como cosa de otro tiempo, sino mensaje de Dios para hoy, para
nuestra vida”.
Por ello,
explica que este curso de lector es importante porque “educar
la voz es como aprender a tocar un instrumento, no basta el talento, hay que trabajar y esforzarse cada
día”.
Dos
elementos esenciales y básicos del curso impartidos por este locutor son la proyección de la voz y vocalizar correctamente.
Además,
además de la formación vocal se hará también otra de conceptos claves para este
servicio en la misa. “Antes de empezar la lectura, colocar
el micrófono a un palmo de la boca. No debe leerse nunca lo que está en rojo.
Leed con entonación el título de la lectura, mirad a los asistentes y esperad
unos segundos antes de comenzar”, afirma.
Estas
son algunas normas de comportamiento para el lector:
-Estar lo más cerca posible del Presbiterio,
es obligatoria la reverencia al Altar que
representa a Cristo y a los Santos. Antes de comenzar la lectura darnos un par
de segundos para llenarnos de aire.
- Tenemos que llegar al ambón con el texto leído, mejor un par
de veces y, aún mejor, leer el texto en voz alta.
- Es
decisivo que comencemos la lectura, con calma y sin precipitarnos.
- Para
que los fieles nos entiendan bien, son importantes dos cosas. La primera es no bajar la cabeza, la
segunda, abrir bien la boca. Al abrir más la boca,
las vocales nos saldrán más redondas y las consonantes más contrastadas.
-
Mantengamos la ilusión durante la lectura, prestamos
nuestra voz a la Palabra de Dios y servimos a la comunidad cristiana. Esta ilusión por hacer bien y
con sencillez este servicio hará que leamos con una tonalidad amable. Toda
lectura de la Palabra es una buena y alegre noticia.
-Si nos
equivocamos en una palabra, a todos nos puede pasar, lo correcto es
detenernos un momento y volverla a leer con calma, no hace falta pedir
perdón.
- Tratamiento correcto de los signos de puntuación: punto, coma, punto y
coma, entrecomillado, interrogación.
Pérez
relata además algunas anécdotas que ha vivido durante estos cursos de lector y
que cuenta para Re:
“Esta primera historia demuestra lo importante que es practicar lectura
en voz alta para ser un buen lector en Misa: Teresa alumna de 90 años en la
Milagrosa. Ya tenía muy poquita voz y yo no la forzaba, pero es una de las
personas que me he encontrado que mejor leía. Entonaba magníficamente bien,
hacía las pausas debidas, respetaba los signos de puntuación. Todo
esto se debía a que de joven y niña practicaba con su familia lectura en voz
alta, interpretaban teatro etc.”, explica
este locutor sobre este aspecto.
Recuerda
igualmente a un sacerdote indio que lleva cuatro años en España y que no
avanzaba con el español. “Fundamentalmente tenía
problema con las acentuaciones, por ejemplo: no decía Apóstoles sino
‘Apostóles’. Le di una clase a parte y ahora él se siente más seguro. Pero el
motivo por el que no avanzaba era porque se pasa seis horas diarias preparando
su tesis en Inglés. Es una persona tímida y no habla con mucha gente. Sigo
todas las semanas impartiéndole una hora de clase y avanza. Ya
procura hablar con todo el que pilla en la Parroquia”, cuenta.
Otra
anécdota que cuenta Vázquez es esta: “Hace un par
de años me encontré con una persona que según me dijo leía muy mal porque no
había estudiado de niño y de joven. Nos pusimos con ello y le anime a que
practicara media hora de lectura diaria en casa con la palabra de Dios. Hace
poco me lo encontré en la Colegiata de San isidro leyendo y el cambio operado
era impresionante”.
En otra
parroquia a la que fue asistían muchas personas indigentes y en el curso
estuvieron presentes algunas de ellas. “Tengo que decir que se tomaban
un interés extraordinario en las clases y que terminaron con un buen tono
para leer en nuestras Eucaristías”, asegura.
Por
último, Vázquez asegura que “algo
especialmente alentador en estos años en los cursos es la participación de
gente joven. Tengo que reconocer que no son
muchos, pero los que han participado, aunque un poco tímidos poco a poco lo van
consiguiendo. Es muy divertido cuando salen al ambón, por ver las posturas tan
poco convenientes que adoptan, como si estuvieran en su ambiente. Pero al final
del curso mantiene las formas”.
Estos
cursos están despertando bastante interés en muchas parroquias, y en muchos
párrocos, que quieren formar a los feligreses en la lectura de la Palabra de
Dios, aunque reconoce que ese mismo interés de momento no
lo ha encontrado en las diócesis y obispos.
Para él, la proclamación adecuada de las lecturas es una parte
fundamental de la Liturgia.
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