VATICANO, 08 Dic. 17 / 06:28 am (ACI).- “La
Palabra de Dios”, ese era el secreto de la “vida bella” de la Virgen María,
según explicó el Papa Francisco durante el rezo del Ángelus en la Plaza de San
Pedro del Vaticano este viernes 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada
Concepción.
El Santo Padre explicó que María no llamaba la atención: “es de familia simple, vivía
humildemente en Nazaret, un pueblecito desconocido. No era famosa. Ni siquiera
cuando el ángel la visitó nadie lo supo, aquel día no había ningún
‘reportero’”.
“La Virgen tampoco había tenido una vida agitada,
pero sí preocupaciones y temores: ‘quedó turbada’, dice el Evangelio, y cuando
el ángel se alejó de ella, los problemas aumentaron”.
Sin embargo, el Pontífice observó que en muchas representaciones
pictóricas representan a María sentada delante del ángel con un pequeño libro
en las manos. “Aquel libro es la Escritura. De esa
manera, María estaba dispuesta a escuchar a Dios y a detenerse con Él. La
Palabra de Dios era su secreto”.
El Papa señaló que hoy “la Iglesia, hoy, felicita a
María llamándola toda bella, toda limpia”. “Hoy contemplamos la belleza de
María Inmaculada”.
“El Evangelio, que narra el episodio de la
Anunciación, nos ayuda a comprender aquello que celebramos, sobre todo por
medio del saludo del ángel”, afirmó. “Él
se dirige a María con una palabra, que no es fácil de traducir, que significa
‘colmada de gracia’, ‘creada de la gracia’, ‘llena de gracia’. Antes de
llamarla María la llama ‘llena de gracia’, y así revela el nombre nuevo que
Dios le ha dado”.
Francisco explicó que la expresión ‘llena de
gracia’ significa que “María está rebosante
de la presencia de Dios. Que está totalmente habitada por Dios, que no hay
lugar en ella para el pecado”.
Se trata de algo extraordinario “porque todo
el mundo, desgraciadamente, está contaminado por el mal. Cada uno de nosotros,
si nos miramos al interior, podemos ver los lados oscuros. Incluso los más
grandes santos eran pecadores, y toda realidad, incluso la más bella, está
afectada por el mal: toda, excepto María”.
“Ella –continuó–
es el único ‘oasis siempre verde’ de la humanidad,
la única que no está contaminada, creada inmaculada para acoger plenamente con
su ‘sí’ al Dios que venía al mundo para iniciar una nueva historia”.
El Santo Padre destacó que “cada vez que la
reconocemos ‘llena de gracia’ le hacemos el cumplido más grande, el mismo que
hace Dios”.
“Un bello cumplido que se le puede hacer a una señora
es decirle, con cortesía, que demuestra una edad joven. Cuando le decimos a
María ‘llena de gracia’, en un cierto sentido le estamos diciendo también eso,
en un nivel más elevado. De hecho, la reconocemos siempre joven, porque no ha
sufrido nunca el envejecimiento del pecado”.
“Sólo hay una cosa que envejece de verdad: no la
edad, si no el pecado. El pecado envejece, porque agarrota el corazón. Lo
cierra, lo hace inerte, lo hace sufrir. Pero la ‘llena de gracia’ está limpia
de pecado”, concluyó.
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