Exorciza el sacerdote
español Miguel Manzanera.
El diario La Razón, de Bolivia,
presenció una sesión de exorcismo en una capilla de Cochabamba. Magdalena, una boliviana de 37 años, siente
influencia del demonio en su cuerpo desde hace siete años.
El padre Miguel Manzanera tiene el permiso del
Arzobispado de Cochabamba para exorcizar. En 36 años ha conjurado demonios en
al menos 20 personas.
De repente Magdalena encorva su cuerpo y cambia su voz. Habla en latín y arameo para maldecir. El padre Miguel reza, le echa el agua bendita y le acerca la cruz, pero todo eso la enfurece. Éste es el clímax del exorcismo: Dios luchando contra el demonio.
“Te exorcizo a ti, espíritu inmundo; tú que eres un maligno. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo (hace la señal de la cruz en la frente de Magdalena) te ordeno que te marches (…). Señor Dios, bondadoso y misericordioso, bendice a esta mujer, que en tu nombre vamos a darle esta agua santa para liberarla”, reza el padre Miguel Manzanera al echar el agua bendita sobre la mujer.
De repente Magdalena encorva su cuerpo y cambia su voz. Habla en latín y arameo para maldecir. El padre Miguel reza, le echa el agua bendita y le acerca la cruz, pero todo eso la enfurece. Éste es el clímax del exorcismo: Dios luchando contra el demonio.
“Te exorcizo a ti, espíritu inmundo; tú que eres un maligno. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo (hace la señal de la cruz en la frente de Magdalena) te ordeno que te marches (…). Señor Dios, bondadoso y misericordioso, bendice a esta mujer, que en tu nombre vamos a darle esta agua santa para liberarla”, reza el padre Miguel Manzanera al echar el agua bendita sobre la mujer.
Al sentir
el agua, ella gruñe muy fuerte y su voz se parece a la de un hombre. Empieza a gemir y a maldecir en latín y arameo, como describe el sacerdote.
Pero Magdalena, una mujer humilde de 37
años que vive en el área rural, desconoce en su lucidez ambos idiomas.
Éste es el primer exorcismo que presencia un medio
impreso en el país. La capilla del
Arzobispado de Cochabamba es el sitio del ritual.
Después del Concilio Vaticano II (1962-1965), una
asamblea católica mundial, el dogma de la existencia del diablo pasó a ser “parte vergonzosa de la doctrina”, por lo que
muchos creyentes lo ignoraron. Sin embargo, por primera vez, el Vaticano reconoció el 13 de junio de este
año a la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE).
El sacerdote cuenta previamente que el arzobispo de Cochabamba, Tito Solari, le
autorizó exorcizar a dos personas ante la necesidad de su situación.
Una de ellas es Magdalena, quien tras mucha
insistencia se presta a la producción fotográfica para La Razón, aunque todo da
un giro real cuando el agua bendita toca su cuerpo.
-“Belcebú, sal fuera, sal fuera. ¿Cuándo vas a salir?”, arenga el cura, que lleva un
traje blanco (alba) y una estola morada.
-“Somos muchos”, dice ella con una
voz más suave que la del principio. La mujer baja los brazos y aprieta fuerte
el reclinatorio en el que se postra. Se desvanece, tose y vomita, pero luego
reacciona; mira fijamente al padre y le agrede.
-“Cállate, maligno, cállate”, le
recrimina el hombre de la cruz.
El padre Miguel Manzanera, español, es
responsable de la Comisión de Doctrina y Fe de la Conferencia Episcopal
Boliviana y vicario judicial del Arzobispado de Cochabamba... y exorcista
cuando un caso lo requiere.
La poseída tiene en frente tres imágenes diferentes
de Jesucristo, a las que mira con rencor mientras mueve la cabeza de un lado a
otro. El sacerdote sigue rezando e “interrogando” a
los demonios.
Al fondo de la pequeña capilla se escuchan oraciones en voz baja: la tía,
Nancy, la acompaña y llora al verla así.
Media hora antes del ritual, Magdalena saludaba al
equipo de este rotativo con una sonrisa; se muestra amable y carismática. Al
preguntarle sobre su situación, su semblante cambia y hace un gesto que hasta
parece de vergüenza. “Tengo
una influencia demoniaca desde que era una niña. La gente lo hizo por venganza
contra mi papá; yo era su preferida”,
cuenta.
El padre Miguel llegó al país hace dos semanas de
Europa, tras una ausencia de medio año, aunque mantuvo contacto con este diario
desde hace dos meses para abordar esta crónica. Entonces, Magdalena fue ansiosa
en su búsqueda porque —asegura— es el
único que le ofrece paz desde hace dos años con estos rituales.
Ella llega a la capilla con un bolso, saluda y
abraza al cura. Saca una botella de agua y sal para que sean convertidas en
agua bendita, luego una cruz que lleva consigo.
El religioso lleva más de 15 minutos, con un
crucifijo y un manual de oraciones, luchando en la capilla contra el ser
maligno en la mujer. Un llanto incontenible invade a la poseída y lanza más
insultos, esta vez contra la Virgen María: “¡Maldita
mujer, maldita!”. Enseguida, él invoca a los santos católicos para pedir
su ayuda espiritual contra Satanás.
-“Su madre no es una santa”, dice ella con una voz extraña.
-“¿A cuál madre te refieres?”, replica el exorcista.
-“Esa vieja rezadora, esa maldita”, contesta. El agua bendita toca
nuevamente su cuerpo y se oye un grito con llanto: “¡Me quema, me quema, ya no más!”.
-“Aquí nos vamos a quedar” es la respuesta que el padre
recibe tras 24 minutos de exorcismo; pero no se da por vencido y le ordena besar el crucifijo, la mujer se rehúsa.
La estola morada es puesta en la cabeza de la poseída y esta vez sí consigue el
beso en la cruz, el signo bendito más fuerte.
De repente, en el ambiente ya no se escuchan las
maldiciones y el exorcista hace su
última frase del ritual. “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, amén”.
Magdalena termina desvanecida en el reclinatorio y tras unos minutos se levanta y vuelve a ser
la amable mujer del principio, y no recuerda absolutamente nada de lo
que le acaba de suceder.
Expresa que empezó a sentir las manifestaciones
desde hace siete años, cuando se deprimía sin razón alguna, y poco tiempo
después le entraba la ansiedad y pensamientos demasiado obsesivos.
Cuenta que con
mucha reserva acude ante su exorcista una vez por mes o cada seis semanas.
Contadas personas en su familia conocen lo que le ocurre, una de las razones por las que se niega a las fotografías, en un principio. A ello, se suma el temor al rechazo de su entorno, pues ve difícil que alguien ajeno la comprenda.
Contadas personas en su familia conocen lo que le ocurre, una de las razones por las que se niega a las fotografías, en un principio. A ello, se suma el temor al rechazo de su entorno, pues ve difícil que alguien ajeno la comprenda.
Al preguntarle cómo se siente después del ritual, asegura que mejor espiritualmente,
aunque físicamente con dolor.
“Después de cada exorcismo vuelve la
paz y la calma, pero físicamente siento como si me hubieran dado una paliza,
porque me duele todo”.
El padre Miguel comenta que es muy difícil expulsar
a los demonios porque —en su experiencia— “se
agarran a la gente”, y que a veces las luchas con los espíritus malignos
duran años.
Durante
sus 36 años en el país, al menos 20 personas pasaron voluntariamente por su
exorcismo. A todo ello se suman los llamados
que recibe de autoridades y de familiares para ayudar a resolver casos de asesinatos,
que son cometidos por individuos supuestamente poseídos por el diablo.
De origen
español, Miguel Manzanera es responsable de la Comisión de Doctrina y Fe de la
Conferencia Episcopal Boliviana y vicario judicial del
Arzobispado de Cochabamba. Le derivan todo lo referente a casos de exorcismo en
el país.
“Puedo dar fe de que estas personas cuentan cosas espantosas,
sienten ruidos, les caen objetos, que hay alguien a su lado que los ataca.
He tenido varios casos y los he atendido con cierto éxito”, cuenta.
Recuerda el caso de una doctora de La Paz a quien
—dice— el diablo le tocaba el hombro para decirle “te
he encontrado de nuevo”. “El demonio la hacía pelear con su marido, otro
católico, al punto de que en una ocasión casi se matan con cuchillos”.
Pero el caso más violento fue el de una joven que llegó con su papá a pedir ayuda
al cura. Su agresividad era tal que tuvieron que sujetarla; ella no
paraba de decir con una voz masculina que su padre vivía debajo de la tierra.
Tras la historia, La Razón deja a solas al
religioso y a Magdalena. Tienen mucho que hablar.
La Conferencia Episcopal Boliviana asegura que un obispo tiene la tarea de asignar a un sacerdote. En el mundo existen cerca de 250 sacerdotes reconocidos por el Vaticano como exorcistas oficiales, quienes están presentes en una treintena de países, pero Bolivia aún no tiene uno de manera oficial.
La Conferencia Episcopal Boliviana asegura que un obispo tiene la tarea de asignar a un sacerdote. En el mundo existen cerca de 250 sacerdotes reconocidos por el Vaticano como exorcistas oficiales, quienes están presentes en una treintena de países, pero Bolivia aún no tiene uno de manera oficial.
“En Bolivia no conozco a un sacerdote que tenga autorización plena para
exorcizar. La Iglesia debería tener más conciencia de la necesidad de formarlos.
Es un problema real que no se puede
ocultar”, expresa el padre Miguel
Manzanera, de la Comisión de Doctrina de Fe de la Conferencia Episcopal
Boliviana (CEB).
La Asociación Internacional de Exorcistas (AIE) fue
reconocida, mediante decreto, el 13 de junio de este año por la Congregación
para el Clero, encargada en el Vaticano de supervisar temas relacionados a
sacerdote y diáconos que no pertenecen a órdenes religiosas.
El grupo está conformado por cerca de 250
sacerdotes, que ahora cuentan con personalidad jurídica de asociación
internacional de fieles. Ellos están dispersos en 30 países, pero ninguno en
Bolivia.
“Mi caso es a medias porque solo estoy autorizado para exorcizar a
algunos. Muchas veces vienen personas y hay que atenderlas”, señala el religioso, que realizó un curso de exorcismo durante su
formación como cura.
Antes del Concilio Vaticano II, las personas que se
ordenaban como curas recibían un curso de exorcismo, una formación que fue
eliminada en la actualidad.
Al respecto, el secretario general de la CEB,
monseñor Eugenio Scarpellini, explica que es tarea de cada obispo de las
jurisdicciones eclesiásticas prever el nombramiento de un sacerdote que esté
habilitado para tal servicio pastoral, y que no es necesario un reconocimiento
de la Santa Sede.
Para Manzanera, este tema aún no recibe la
importancia que merece porque —considera— se pretende ocultar un poco la
existencia del diablo, al punto de que actualmente muchos ya no creen en él,
incluidos algunos curas. “No
olvidemos que el papa Francisco habla del demonio y ha comentado en varias
ocasiones que tenemos que defendernos de él”.
Después del reconocimiento de la AIE, las iglesias
de varios países ahondaron en este tema. Por ejemplo, Chile nombró en abril a su primer sacerdote exorcista, mediante decreto.
En julio, en México se dio un curso de exorcismo a 40 obispos, y en Madrid
(España) se fundó incluso una escuela para que los curas aprendan el ritual.
Scarpellini expresa que el tema es muy sensible y
crea emoción en la población creyente. “La Iglesia
Católica reconoce la presencia del mal en el mundo y en la persona, al punto de
que puede alterarle la vida y su equilibrio. Al mismo tiempo no todos los casos que la gente juzga como
posesión del demonio lo son realmente, pues existe otra explicación de
carácter científico”.
El padre Miguel Manzanera señala que la mayoría de
los conjuros se realiza en mujeres. Aunque desconoce con precisión las causas,
considera que puede influir la debilidad psicológica. Especialistas en psicología
lo atribuyen a la vulnerabilidad anímica.
“La mayoría de los casos que he atendido son mujeres. En general, suelen ser mujeres. Pero exactamente no sé explicar por qué. Es un dato muy curioso y posiblemente se deba a que ellas son más débiles psicológicamente hablando”, comenta el religioso.
“La mayoría de los casos que he atendido son mujeres. En general, suelen ser mujeres. Pero exactamente no sé explicar por qué. Es un dato muy curioso y posiblemente se deba a que ellas son más débiles psicológicamente hablando”, comenta el religioso.
Menciona que en la Biblia aparece la figura de Eva,
que fue la primera que desobedeció a Dios. “Es
posible que tenga que ver algo con eso, que la mujer tiene la capacidad de
seducir al marido”.
Para el psicólogo Gustavo Mejía, este aspecto puede
deberse a que ellas son más emocionales que los hombres. “Todo el pensamiento negativo afecta más a una persona
desde la perspectiva de las emociones. Deduzco que se da en mujeres por esta
causa”.
Su colega Katia Oporto considera que tiene una relación con la parte hormonal de la mujer, que la afecta más en periodos menstruales y en cambios del ciclo de la luna. “Son condiciones emocionales con las cuales la mujer suele tender a padecer estos ataques y más si hay influencia religiosa”.
Su colega Katia Oporto considera que tiene una relación con la parte hormonal de la mujer, que la afecta más en periodos menstruales y en cambios del ciclo de la luna. “Son condiciones emocionales con las cuales la mujer suele tender a padecer estos ataques y más si hay influencia religiosa”.
Ricardo López, también psicólogo, dice que en el
último manual de diagnóstico psiquiátrico la influencia del demonio fue
incorporada a los trastornos disociativos (problemas de identidad). “La posesión de demonio en el cuerpo de alguien es un
trastorno mental”.
Publicado en La-Razon.com (Bolivia)
el 31 de agosto de 2014; en el diario
boliviano se pueden escuchar 9 minutos de audio del exorcismo, con gritos e
invocaciones
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