Homilía del jueves en santa Marta.
“Lamentarse de los propios sufrimientos ante Dios no es pecado, sino oración del corazón que llega al Señor”.
Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina del jueves 6 de junio, celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, en la que participaron algunos miembros de la Congregación para el Culto Divino y de la Biblioteca Apostólica Vaticana.
Concelebraron con el Santo Padre el cardenal Antonio Cañizares Llovera, Cesare Pasini y Joseph Di Noia.
EL CASO DE TOBIT Y SARA
La historia de Tobit y de Sara, referida en la primera lectura del día, estuvo en el centro de la homilía del Papa: dos personas justas, dijo, que viven situaciones dramáticas. El primero se queda ciego a pesar de que realiza buenas obras, e incluso su vida corre peligro; la segunda se casa con siete hombres que mueren antes de la primera noche nupcial.
Ambos, en su inmenso dolor piden a Dios que los haga morir. “Son personas en situaciones límite – observó el Papa – situaciones precisamente en el subsuelo de la existencia, y buscan una salida. Se lamentan, pero “no dicen blasfemias”:
JEREMÍAS Y JOB TAMBIÉN SE QUEJABAN
“Y lamentarse ante Dios no es pecado. Un sacerdote que conozco, una vez le dijo a una mujer que se lamentaba ante Dios por sus calamidades: ‘Pero, señora, esa es una forma de oración. Vaya adelante’. El Señor siente, escucha nuestros lamentos.
Pensemos en los grandes, en Job, cuando en el capítulo III (dice): ‘Maldito el día en que he venido al mundo’. Y también Jeremías, en el capítulo XX: ‘Maldito el día…’. Se lamentan también con una maldición, no al Señor, pero a esa situación, ¿no? Esto es humano”.
Hay tantas personas que viven casos límites, subrayó el Papa: niños desnutridos, prófugos, enfermos terminales.
En el Evangelio del día – afirmó – están los Saduceos que presentan a Jesús el caso límite de una mujer, viuda de siete hombres, que no hablaban de esta vicisitud con el corazón:
“Los Saduceos hablaban de esta mujer como si fuera un laboratorio, todo aséptico, todo… Era un caso de moral. Nosotros, cuando pensamos en esta gente que sufre tanto, pensamos como si fuera un caso de moral, también en las ideas, ‘pero en este caso…, este caso...’, ¿o también pensamos con nuestro corazón, con nuestra carne? A mí no me gusta cuando se habla de estas situaciones de manera tan académica y no humana, a veces con las estadísticas... sino sólo allí. En la Iglesia hay tantas personas en esta situación”.
En estos casos – afirmó Francisco – es necesario hacer lo que dice Jesús, rezar:
“Rezar por ellos. Ellos deben entrar en mi corazón, ellos deben ser una inquietud para mí: mi hermano sufre, mi hermana sufre. He aquí el misterio de la comunión de los Santos: rezar al Señor: ‘Pero Señor, mira a este, llora, sufre. Rezar, permítanme decirlo, con la carne: que nuestra carne rece. No con las ideas. Rezar con el corazón”.
LA ORACIÓN DA ESPERANZA
Y las oraciones de Tobit y de Sara, que aun pidiendo morir se dirigen al Señor, nos dan esperanza – subrayó el Papa – porque Dios los escucha, no los hace morir y cura a Tobit dando también, finalmente, un marido a Sara: “La oración – prosiguió Francisco – siempre llega a la gloria de Dios, siempre, cuando es oración del corazón”.
En cambio, “cuando es un caso de moral, como este del que hablaban los Saduceos, no llega jamás, porque no sale jamás de nosotros mismos: no nos interesa. Es un juego intelectual”. Por último, el Papa Francisco invitó a rezar por cuantos viven en situaciones dramáticas y sufren tanto y como Jesús en la Cruz gritan: “Padre, Padre, ¿por qué me has abandonado?”. Oremos – concluyó –“para que nuestra oración llegue y sea de esperanza para todos nosotros”.
RadioVaticana
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