(Ver I y II juntos en este mismo Blog – 15 de Mayo 2013)
Es cierto que Dios podría haber creado una versión uniforme del cristianismo. Pero era más concorde con su forma de actuar que crease un cristianismo multiforme, como de hecho ha sido. Los creyentes en Cristo que moramos en un mundo cosmopolita, debemos entender que la Iglesia tiende a la multiformidad por la propia vida ínsita en ella.
Y no sólo eso. Dios quiere una sola fe. Pero también quiere permitir que existan comunidades con versiones parciales de esa fe. Las dos cosas son queridas por el Creador. La unidad de la fe y la permisión divina se relacionan en un mismo designio divino. Valorar lo positivo de esas comunidades no ortodoxas, supone entender otra dimensión del querer del Altísimo.
Y de esta manera, los que tienen un espíritu inquisitorial podrían entender el por qué de que Dios no barra de la faz de la tierra las abundantes constelaciones de grupos protestantes. No las barre de la faz de la tierra, no porque tenga que hacer un continuo ejercicio de paciencia, sino porque esas comunidades son versiones del cristianismo, versiones llenas de vida, comunidades en las que actúa el Espíritu, en las que está Jesús.
Jesús fundó una Iglesia y quería que existiese una sola Iglesia. Pero su designio incluía esta periferia de la Iglesia. Sin ceder ni un milímetro del concepto de ortodoxia, comprender lo positivo de este designio, nos lleva tener una visión más positiva de la realidad. Y a entender que esa periferia está aquí para quedarse.
PUBLICADO POR PADRE FORTEA
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