viernes, 2 de noviembre de 2012

EN MIS MANOS TE SOSTENGO...


Así como una tierna madre que lleva consigo a su hijito, le ayuda y le sostiene según lo necesite, unas veces dejándole dar algunos pasos en los lugares llanos y menos peligrosos; otras dándole la mano y aguantándole; otras tomándole en brazos y llevándole; de la misma manera, Nuestro Señor tiene un cuidado continuo de la dirección de sus hijos, es decir, de los hombres que viven en caridad, haciéndoles andar delante de Él, dándoles la mano en las dificultades, sosteniéndolos Él mismo en sus penas, pues ve que de otra manera, se les harían insoportables.

Lo cual declara por Isaías, cuando dice: Yo soy el Señor tu Dios, que te tomo por la mano y te estoy diciendo: No temas, que Yo soy el que te socorro.

Debemos, pues, con gran ánimo, tener una firmísima confianza en Dios y en sus auxilios, porque, si correspondemos a su gracia, llevará al cabo la buena obra de nuestra salvación, tal como la ha comenzado, obrando en nosotros no sólo el querer sino el ejecutar.

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