viernes, 16 de noviembre de 2012

EL ANACORETA, EL AMOR Y LOS APEGOS





El joven seguidor se preguntaba sobre el amor. Por qué nuestro amor es siempre tan imperfecto. Por qué creemos amar a una persona y al poco tiempo dejamos de amarla.

El Anacoreta escuchaba atentamente las palabras y dudas del joven. Después, pausadamente respondió:

- Nunca podremos introducirnos en el mundo del amor, si antes no nos desprendemos de nuestros "apegos".

El joven seguidor preguntó:

- ¿Qué son los "apegos"?

Sonrió el anciano y respondió:

- Es todo aquello que nos ata, que deseamos con fuerza, que enturbia nuestra percepción.

Hizo una pequeña pausa y luego prosiguió:

- Llamamos amor a lo que en realidad no lo es. Nos sentimos atraídos por algo o alguien, de la atracción pasamos al placer, y ahí nace el apego. Pero todo ello acaba por producirnos cansancio. Ahí no había amor, sólo apego. Has atribuido a la cosa o a la persona un valor que en realidad no tiene. Ese valor sólo existe en tu mente. La cosa, la persona, se han transformado en un apego.

El joven dudó:

- ¿Cómo puedo pasar del apego al amor?

Sonrió el Anacoreta y se explicó:

- Cuando seas capaz de amar la cosa o la persona objeto de apego, maravillosamente, y, a la vez, disfrutar de cualquier otra cosa o persona.

Suspiró el anciano y concluyó:

- Por eso si el amor a Dios hace que nos olvidemos de nuestros hermanos, no es verdadero amor, sino "apego". El verdadero amor a Dios te hará amar plenamente a los demás.

Joan Josep Tamburini

No hay comentarios: