El futbolista irlandés John McAreavey.
"A veces, Dios me da señales y yo las sigo porque sé que son Dios y Michaela diciendo: "¡Estamos aquí, adelante, vamos a ayudarte a salir de esta!", relata.
La noticia conmocionó a Irlanda. John McAreavey y Michaela Harte se casaron en el condado de Tyrone en diciembre de 2010. Ella, profesora de religión en un colegio católico e hija de un conocido entrenador de fútbol gaélico, tenía 27 años y él, jugador de fútbol en la misma liga, 28.
Pero su viaje de luna de miel a Isla Mauricio terminó de forma dramática: apenas doce días después de la boda, John halló muerta a Michaela en la habitación del hotel en el que se hospedaban. Dos trabajadores del hotel fueron acusados de asesinato pero, tras un largo juicio que ha mantenido en vilo a la sociedad irlandesa, han sido absueltos a principios de este año.
LUCHANDO POR SALIR ADELANTE
Sin embargo, el dolor vivido no ha conseguido doblegar el ánimo de John McAreavey. Cuando le preguntaron si el asesinato de su esposa le había llevado a cuestionar su fe, contestó: “Todo lo contrario. Mi fe me ha dado una gran fuerza y resolución, menos mal que la tengo, porque si no, sabe Dios dónde estaría”.
Para John su fe fue también crucial a la hora de elaborar el proceso de duelo: “Tuve la oportunidad de ir a lugares tranquilos, de visitar la tumba de Michaela, de ir a la iglesia y simplemente sentarme allí y tratar de dar sentido a todo lo que me estaba ocurriendo”, recuerda.
“A veces, Dios me da señales y yo las sigo porque sé que son Dios y Michaela diciendo: “¡Estamos aquí, adelante, vamos a ayudarte a salir de esta!”, relata.
“UNA FE INQUEBRANTABLE”
Explica McAreavey que su fe no solo le ha ayudado a sobrellevar su dolor, sino que ha logrado transformarlo en fuente de alegría: la de la creación de la Fundación Michaela, (www.themichaelafoundation.com) una fundación benéfica en memoria de su esposa para inspirar y alentar a los jóvenes de Irlanda a crecer en los valores que en los que ella creía: “Michaela era una mujer joven con unas virtudes sorprendentes que enriquecieron enormemente su vida y la de todos aquellos que le rodeaban. Era divertida, enérgica, amable y atenta. Y sobre todo, era una mujer de una fe inquebrantable, algo que la hacía enormemente feliz. Le encantaba divertirse y disfrutar de la vida, pero sin la necesidad de recurrir al alcohol ni a ningún tipo de sustancia”, explica John.
TRANSMITIR LOS VALORES DE MICHAELA
“Y eso es, precisamente, lo que buscamos”, prosigue, “que los valores de Michaela le sobrevivan y a través de ellos los jóvenes puedan alcanzar la plenitud y la alegría a través de la fe, la confianza en Dios y la sana diversión.
EL APOYO MASIVO A UN PROYECTO DE FE
Con este motivo están creando una serie de programas educativos y becas para estudiantes premiados en diversas asignaturas, e iniciativas como campamentos para jóvenes o fondos de ayuda a centros parroquiales.
Y gracias a la Fundación la propia casa de Michaela en Glencull será un nuevo centro parroquial donde se desarrollarán espacios de oración y retiro, pero también clases, talleres, conferencias y actividades de ocio.
La campaña de lanzamiento de la Fundación está recibiendo un gran apoyo y ha contado, entre otras iniciativas, con un partido benéfico de fútbol gaélico en Belfast, en Irlanda del Norte. El “Partido por Michaela” para recaudar fondos atrajo el primer domingo de noviembre a unos 20.000 aficionados. Durante el mismo se leyeron diversos mensajes que los jóvenes, inspirados por la vida de Michaela, habían dejado en redes sociales (su página en Facebook cuenta con más de 25.000 seguidores).
“Me ha emocionado escucharlos y mi esperanza es que la Fundación siga sirviendo de inspiración en la vida de muchas personas durante los próximos años”, reconocía un conmovido McAreavey al término del partido.
“Nadie podrá quitarme nunca lo que viví a su lado, estar casado fue una experiencia maravillosa y gracias a Dios yo tuve esa oportunidad. Y Michaela, con su ejemplo de vida, me ha dado el impulso necesario para poner todas mis fuerzas en este proyecto”, reconocía.
Como rezaba el testimonio de una de las jóvenes, Michaela pasó a formar parte de ese plan más grande de Dios, que solo se alcanza a comprender desde la perspectiva que da la fe.
M. V. / ReL
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