"Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propio cuerpo. Lo daré por la vida del mundo.
Los judíos se pusieron a discutir unos con otros:
– ¿Cómo puede este darnos a comer su propio cuerpo?
Jesús les dijo:
– Os aseguro que si no coméis el cuerpo del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna; y yo le resucitaré el día último. Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre vive unido a mí, y yo vivo unido a él. El Padre, que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él. De la misma manera, el que me coma vivirá por mí. Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este pan no es como el maná que comieron vuestros antepasados, que murieron a pesar de haberlo comido. El que coma de este pan, vivirá para siempre."
Tenemos aquí el punto culminante del discurso de Jesús sobre el pan de vida, que Juan viene ofreciéndonos estos domingos.
Los judíos no lo entendieron. Tomaron el concepto comer su carne y beber su sangre literalmente. Cuando leo este texto, siempre recuerdo a las tribus africanas a las que falsamente hemos tratado de caníbales. En realidad el guerrero comía el corazón del enemigo valiente para hacer suyas sus virtudes. Jesús nos habla simbólicamente y nos dice, con la imagen de comer su carne y beber su sangre, que debemos hacernos uno con Él. Por eso la Eucaristía es el núcleo del cristianismo. Recibir la Eucaristía es hacernos uno con Él y hacernos uno con los demás hombres.
Desgraciadamente tomamos la Eucaristía como una obligación, como un acto al que debemos asistir cada domingo...y no como el momento en que, tomando el pan y el vino de la Eucaristía, nos transformamos en otros Cristos. El momento en que nos hacemos verdaderamente hermanos de todos los hombres. Por eso salimos de la misa igual que hemos entrado. Por eso nuestras vidas no cambian y seguimos viviendo encerrados en nuestro egoísmo.
Ojalá, poco a poco, logremos hacer de nuestras Eucaristía lo que son en realidad. La conmemoración de la entrega total de Jesús a la humanidad, el acto de unión a ese Jesús y a todos los hombres.
Joan Josep Tamburini
No hay comentarios:
Publicar un comentario