martes, 21 de febrero de 2012

ERES TITULAR, NO SUPLENTE


Cuando Jesús caminaba por la tierra, ministraba con su vida. Si nosotros entendemos esto y lo aplicamos en nuestra vida diaria, el resultado final será el crecimiento del reino de Dios.

En esta oportunidad quiero hablarte acerca de nuestro propósito y función aquí en la tierra.

Jesús fue enviado a esta tierra por nuestro Padre Dios, para que todos pudiéramos entender el amor que Él tiene por nosotros. Para que Dios pudiera comunicarse con el ser humano tenía que hacerlo de una manera especial, es por esto que envió desde el cielo a su hijo Jesús.

Dios es espíritu, y todos sabemos que los espíritus no se ven. En este momento estás rodeado por ángeles de Dios que te están cuidando y no los ves, pero están. Los espíritus no tienen cuerpo visible, entonces Dios se preguntó "¿Cómo hago para hablarle al ser humano?"

Por este motivo apareció Jesús: Dios hizo que su hijo naciera en un pesebre, que viviera con sus padres María y José, y creciera como cualquier otro niño.

Lo que quiero que entiendas es que la imagen de nuestro Dios invisible, de nuestro Dios espíritu hace mas de dos mil años atrás era JESÚS. Tuvo una vida normal como cualquier otra persona de
este mundo, hasta que llegó a los 30 años y empezó su ministerio, predicando durante tres años. Pasado ese tiempo lo cuelgan en una cruz, muere por nosotros, se lleva todos nuestros pecados y ese cuerpo lo entierran en un sepulcro, pero al tercer día resucita. Después Jesús se les aparece dos o tres veces más a los discípulos, y luego nunca más. La imagen visible que teníamos de Dios, de nuestro Salvador, nuestra única esperanza ¡desaparece! ¿Dónde está ahora? Dice la Biblia que está sentado a la diestra de Dios Padre.

¡Y nosotros aquí en la tierra nos quedamos sin Jesús! Nos quedamos sin una imagen visible de nuestro Dios, perdimos lo único que nos conectaba con Él de manera directa, es por esto que a
la gente le cuesta mucho creer en algo que no ven. Pero tengo una buena noticia: hay una imagen visible y real de Dios aquí en la tierra, y esa imagen eres tu y somos todos sus hijos.

Quiero que te imagines un partido de futbol, en el equipo ganador está Jesús como goleador, Él tiene todos los premios al mejor jugador del mundo, muchos más de los que pueda tener Messi,
está jugando un partido importantísimo, pero el DT del equipo decide que tiene que salir de la cancha, mira hacia el banco suplente, y en ese banco estamos tu y yo, los suplentes de Jesús, preparados y ansiosos por entrar en la cancha.

Sale Jesús, y entramos nosotros. El partido continua, tu y yo somos el reemplazo del cuerpo de Jesús aquí en la tierra: la Biblia dice en Colosenses 1.15 que "Él (Jesús) es la imagen del Dios invisible", y luego dice en Efesios 1.23 "La iglesia (nosotros), la cual es su cuerpo…".

La iglesia es el cuerpo de Cristo, no es el edificio de cuatro paredes y un techo al que vas todos los domingos: el cuerpo de Cristo, que es la iglesia, somos nosotros sus hijos. Jesús hombre ya no está, pero Dios que es perfecto tenía el plan justo para esa situación: dejó un representante suplente de él. Estábamos en el banco, viendo como Jesús jugaba el partido, pero un día entramos en la cancha a reemplazarlo. Nosotros somos la imagen visible del Dios invisible. Somos el reemplazo de Jesús.

Cuando Jesús caminaba por la tierra, ministraba con su vida. Si nosotros entendemos esto y lo aplicamos en nuestra vida diaria, el resultado final será el crecimiento del reino de Dios, y por
ende el avivamiento que estamos esperando.

Tenemos que ser como Jesús: Cuando él ponía sus manos sobre los enfermos, se sanaban. Tus manos son como sus manos, cada persona que ministres recibirá la sanidad que está esperando.
Cuando Jesús predicaba por las aldeas, la gente lo seguía a todas partes. Tus pies son los pies de Cristo, donde vayas y pises llevaras bendición y prosperidad.

Cuando Jesús predicaba y hablaba con sus labios, la gente lo escuchaba atentamente. Tu lengua y tus labios son como los de Cristo, cada palabra de fe que salga de tu boca abrirá nuevas puertas de bendición.

Dios quiere que tu cuerpo sea usado como lo fue el cuerpo de Jesús. Sos el envase del Espíritu Santo, Dios va a llevarte a lugares donde antes no podías entrar, abrirá nuevas puertas y tu
sola presencia va demostrar que donde estés tu, también está Dios. Donde vayas, la presencia de Dios se va a manifestar. Es tiempo de entrar en la cancha, de dejar el banco de suplentes y ser el mejor jugador, dentro tuyo corre la sangre del campeón, del mejor jugador que existió en la historia, tenés todos los partidos ganados, eres mas que vencedor y la victoria te pertenece.

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