Hace años había una gran afición a las fábulas, ellas eran la lectura de los niños.
¿Quién no ha oído mencionar el nombre de Samaniego? Pero este mundo que se considera más maduro y avanzado, no pone mucha atención en esos cuentos infantiles llamados fábulas, ni siquiera se interesan por ellas los niños de hoy en día, más pensando están estos en dinosaurios y temas galácticos.
El Señor nos dejó dicho: "En verdad os digo, si no os volveréis y os hiciereis como niños, no entrareis en el reino de los cielos” (Mt 18,3). Y ello es porque, hay que ser pequeño como un niño, para atraer el poder del amor de Dios que se derrama sobre el mundo, y así ser llenados ser plenos, en Él y por Él. Pues bien, he recibido la historia de una fábula, que merece ser conocida tanto por mayores como por pequeños, para extraer su moraleja.
La historia es:
Había una vez un ratón en una granja, que estaba mirando por un agujero en el zócalo de la pared, que es donde tienen los ratones sus agujeros, y vio al granjero y a su esposa abriendo un paquete. Sintió emoción pensando que era lo que contenía.
¿Qué tipo de comida puede haber allí? A lo mejor era un suculento queso.
El granjero le dijo a su mujer: Por fin llegó, ¡abrámoslo!
El ratón quedó aterrorizado cuando descubrió que era una ratonera. Fue corriendo al patio de la granja a advertir a todos: "Hay una ratonera en la casa, ¡una ratonera en la casa!"
La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levanto la cabeza y dijo: Discúlpeme Sr. Ratón. Yo entiendo que es un gran problema para usted, más a mí, no me perjudica en nada, no me incomoda, ni me preocupa. El ratón decepcionado, fue hasta el cordero y le dice: "Hay una ratonera en la casa, ¡una ratonera!"
"Discúlpeme Sr. Ratón, más no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones".
El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo: ¿Pero acaso, yo estoy en peligro? Pienso que no…. es más... Estoy segura que no.
Entonces el ratón volvió a la casa preocupado y abatido para encararse solo, con el problema que le había creado la ratonera del granjero.
Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera que había atrapado a su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera tenía; había atrapado la cola de una víbora venenosa. La cobra mordió a la mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre.
Había una vez un ratón en una granja, que estaba mirando por un agujero en el zócalo de la pared, que es donde tienen los ratones sus agujeros, y vio al granjero y a su esposa abriendo un paquete. Sintió emoción pensando que era lo que contenía.
¿Qué tipo de comida puede haber allí? A lo mejor era un suculento queso.
El granjero le dijo a su mujer: Por fin llegó, ¡abrámoslo!
El ratón quedó aterrorizado cuando descubrió que era una ratonera. Fue corriendo al patio de la granja a advertir a todos: "Hay una ratonera en la casa, ¡una ratonera en la casa!"
La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levanto la cabeza y dijo: Discúlpeme Sr. Ratón. Yo entiendo que es un gran problema para usted, más a mí, no me perjudica en nada, no me incomoda, ni me preocupa. El ratón decepcionado, fue hasta el cordero y le dice: "Hay una ratonera en la casa, ¡una ratonera!"
"Discúlpeme Sr. Ratón, más no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones".
El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo: ¿Pero acaso, yo estoy en peligro? Pienso que no…. es más... Estoy segura que no.
Entonces el ratón volvió a la casa preocupado y abatido para encararse solo, con el problema que le había creado la ratonera del granjero.
Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera que había atrapado a su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera tenía; había atrapado la cola de una víbora venenosa. La cobra mordió a la mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre.
Todo el mundo sabe que para alimentar a alguien con fiebre, nada mejor que una buena sopa de gallinas. Así que el granjero agarró su hacha y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina.
Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para alimentarlos, el granjero mató el cordero. Más la mujer no mejoró y acabó muriendo.
El granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral.
Moraleja: La próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que como no es tuyo, no le debes prestar atención... Piénsalo dos veces. Porqué: "El que no vive para servir a los demás, no sirve para vivir".
Pero sobre esta fábula, alguien puede pensar que es una llamada a la solidaridad humana, y sí que lo es para quien no es creyente, pero nosotros a la solidaridad la llamamos con un bello vocablo que es el de “Caridad fraterna”.
Benedicto XVI, cuando era Cardenal Ratzinger, escribía: “Todo hombre existe en sí y fuera de sí; cada hombre existe al propio tiempo en los demás, de suerte que lo que ocurre en un individuo repercute en la totalidad de la humanidad, y lo que ocurre en la humanidad sucede también en él”. Los pecados tienen unas consecuencias, y no podemos aislar a los hombres unos de otros, sin destruir su naturaleza. Porque los hombres se encuentran por nacimiento en una relación natural el uno con el otro. Todos están tocados por los pecados de los otros, especialmente por los pecados de los propios padres. En consecuencia los hombres están, inevitablemente, marcados por el pecado original desde su concepción.
El Señor nos dejó dicho: "Yo soy la vid. Vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5). Y estas palabras configuran y son la base del Cuerpo místico de Cristo. Santo Tomás de Aquino nos explica que: “El Cuerpo místico, abarca a todos los hombres que han existido o existirán desde el comienzo hasta el fin del mundo. Los condenados son los únicos que están excluidos para siempre. El Cuerpo místico está constituido no solo por los hombres sino también por los ángeles; Cristo es la cabeza de esta multitud”.
La vinculación entre nosotros es evidente; todo lo bueno que una persona realice, repercutirá para bien entre todos los demás y a “sensu contrario” todo el mal que realice una persona también repercutirá en todos los demás. Hay una frase que dice que estamos llamados a salvarnos y condenarnos en racimos. Henry Nouwen escribía que: “La vida puede enseñarnos que aunque los acontecimientos diarios están fuera de nuestras manos, nunca deben de estar fuera de nuestros corazones”.
El ejercicio de la caridad fraterna, nos impulsará siempre sin darnos cuenta a la intensificación del nuestro amor al Señor, porque viviremos más en Cristo, sirviendo a los demás. El que no sirve a su prójimo, no sirve para vivir en Cristo.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo
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