Benedicto XVI rezó las vísperas de la solemnidad de María madre de Dios.
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011. (ZENIT.org).- Algunos para dar gracias a Dios por el año que terminó, y otros para esperar la solemnidad de Santa María Madre de Dios. Estos eran los motivos que peregrinos de todo el mundo tenían para y asistir a las primeras vísperas y el “Te Deum”, presidido por el Papa Benedicto XVI ayer en la Basílica de San Pedro.
A las tres de la tarde la fila para entrar ya recorría toda la plaza de San Pedro. Los peregrinos aprovechaban para contemplar el belén y el árbol de navidad, pese al intenso frío que azotaba ayer la Ciudad Eterna.
Las puertas se abrieron a las 4:30 de la tarde y mientras que los fieles esperaban la llegada de Su Santidad.
A las seis de la tarde entró el Papa mientras el coro entonaba las notas de “Tú est Petrus”. “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.
“Dios, que de María Virgen tomas forma de mortal, acuérdate de nosotros”, decía el himno. Luego de recitar los salmos, se dio paso a la lectura de la carta de San Pablo a los Efesios: “Por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad” (Ef 1, 3- 4).
El Papa centró su homilía en el término que usa San Pablo de “la plenitud de los tiempos” Galatas 4, 40. También dio gracias a Dios por el año que terminó y aprovechó para alentar algunas iniciativas particulares que se desarrollan en la diócesis de Roma.
Hombre orante.
Los fieles se vieron conmovidos con las palabras y la oración de Benedicto XVI: “Para mí siempre es muy emocionante ver al Santo Padre rezar por tantas intenciones que él tiene en su corazón y es muy hermoso poder unir nuestras oraciones a las suyas. Me da mucho consuelo porque él es como un padre que intercede por nosotros delante del Santísimo Sacramento y de la Santísima Trinidad”, dijo a ZENIT la religiosa belga Therese Darmstaedter.
La religiosa aseguró que en su país la fe “es como la mecha humeante que no hay que apagar sino trabajar para que se encienda de nuevo”.
Después de las vísperas se dio paso al Te Deum y a la adoración eucarística. Las vísperas concluyeron con el canto en latín del villancico “Adeste Fideles”. El Papa al salir en procesión por la Basílica se acercó a un grupo de niñas que lo aclamaban efusivamente para saludarlas y darles la mano.
Dentro de los fieles haba también una pareja de recién casados provenientes de Venezuela que vinieron a Roma de luna de miel:
“Decidimos venir por el significado que tiene en la parte histórica y religiosa la Ciudad del Vaticano, es la primera vez que cruzamos el Atlántico”, dijo a ZENIT Esteban Pérez.
Su esposa Violeta, dijo que haber venido a las vísperas cuatro días después de su matrimonio es una experiencia inolvidable: “Es algo que voy a contar siempre mis hijos y nietos. Es lo más significativo que puedo tener en la vida. Empezar mi matrimonio es así una bendición inmensa. Hasta los boletos para estar adentro fue como designio de Dios”, aseguró.
Las vísperas y el “Te deum” se convirtieron así en ocasión para ofrecer los frutos del año que terminó: “Al final de este año 2010, antes de entregar los días y las horas a Dios y a su juicio justo y misericordioso, siento más vivo en el corazón la necesidad de elevar nuestro gracias a El y a su amor por nosotros”, dijo el Papa en su homilía.
Por: Carmen Elena Villa
No hay comentarios:
Publicar un comentario