La peor Navidad y quizá la última de mi vida – Por mi culpa.
Tengo 62 años y comencé a ser malo desde que tuve uso de la razón... quizás antes que eso.
Los celos me decían que mis padres preferían a mi hermano mayor. El era inteligente, muy bueno... en realidad... el era lo que cualquier padre espera de sus hijos. Desde ahí comenzó mi sabotaje espiritual. Hacía cosa que ningún niño hace, y todo para llamar la atención... pero todo en base a mi hermano.... todo para que él se perjudicara o para tratar de cambiar ante mis padres su imagen.
Mi hermano nunca me acusó ante mis padres las falta que yo cometía... pero yo sí lo acusaba de cualquier falta que él cometía. Por supuesto que mis padres no hacían mucho caso de estas acusaciones porque ya sabían o ya se daban cuenta del por qué de mi proceder.
Pasaron los años, crecimos, no distanciados casi por completo... pero casi siempre juntos.
Cuando mi hermano se enamoró y se iba a casar – por joderlo – le dije que yo había estado con su futura esposa.... él, no me hizo caso y se casó con ella. Por supuesto que lo que le dije era mentira. A mí me gustaba mucho la chica y como no pudo ser mía traté que no fuera de mi hermano.
Entré a la droga, perdí mi trabajo y comencé a robar.... la victima más fácil fue mi madre. Yo vivía en el segundo piso y ella en el primero. Puse micrófonos por toda su casa y sabía cuando entraba y cuando salía, lo que ella hablaba y lo que ella pensaba sobre mí. Lo que yo no sabía era que mis hijos se habían dado cuenta de mis hurtos y que, lo que yo le robaba a mi madre, ellos se lo devolvían. Mi mente ya era un tacho de basura. Pero hijos todavía creían lo que yo les decía.
Yo les contaba a mis hijos mentiras acerca de mi hermano, para que ellos a su vez se la contaran a sus hijos. Sus hijos eran parte de mi plan para tirarme a bajo a mi hermano.
Falleció mi madre y mi hermano se mudó al primer piso, el cual le correspondía por herencia. Él se dio cuenta del espionaje que yo estuve haciéndole a mi madre y desconectó todo. Entonces empecé a hacerle la vida imposible. Dejaba que el agua se rebalsara y que sus paredes se deterioraran. Él presentó muchas denuncias en la comisaría... pero yo negaba que las faltas fueran premeditadas. Tantas fueron las denuncias que una vez que tuve que renovar mis documentos, me apresaron y me tuvieron en celda. Cuando mi padre se enteró, él le pidió a mi hermano que retirara los cargos. Y él se negó: decía que yo me lo merecía. Mi padre lo amenazó con quitarle su confianza y él accedió a retirar los cargos.
Pasaron los años y ahora estoy pagando las consecuencias. Mi esposa me abandonó, viajo a México y ahora está casada con un mexicano. Uno de mis hijos vive en Canadá, otro en España, y la menor de mis hijas se acaba de casar en México. Todo lo que yo sé acerca de mi familia es por amistades que me lo cuentan. De parte de ellos directamente no sé nada... yo, para ellos estoy muerto.
Ninguno de mis hijos quiere saber de mí. Todos cambiaron de teléfono y no me han dado sus nuevos números. A mí me encantaría llamarlos para aunque sea escuchar su voz.... ellos no quieren.... ¿Qué pasará el día en que me muera? ¿Me arrojarán a una fosa común? Total, ya estaré muerto y lo que hagan con este cuerpo inútil no me interesa.
Yo vivo del alquiler de mi departamento, sigo en el trago y la droga. Mi hermano me conoce y no se deja manipular... mi padre me conoce y, como en cierta forma se siente culpable, se deja manipular.... al pobre le saco el poco dinero que tiene cuando necesito drogarme.
Esta Navidad, a pesar que mi hermano me ha invitado a pasarla con su familia, he decidido pasarla con mis tragos y mi droga, sin esposa y sin hijos, en otras palabras... sin familia.... sin nadie.
Ya no sirvo para nada... por mi culpa. Y pensar que en mi juventud quise ser sacerdote.... estuve en el seminario... menos mal que no seguí.... ahora sería un mal sacerdote jodiendo a Dios.
Los celos me decían que mis padres preferían a mi hermano mayor. El era inteligente, muy bueno... en realidad... el era lo que cualquier padre espera de sus hijos. Desde ahí comenzó mi sabotaje espiritual. Hacía cosa que ningún niño hace, y todo para llamar la atención... pero todo en base a mi hermano.... todo para que él se perjudicara o para tratar de cambiar ante mis padres su imagen.
Mi hermano nunca me acusó ante mis padres las falta que yo cometía... pero yo sí lo acusaba de cualquier falta que él cometía. Por supuesto que mis padres no hacían mucho caso de estas acusaciones porque ya sabían o ya se daban cuenta del por qué de mi proceder.
Pasaron los años, crecimos, no distanciados casi por completo... pero casi siempre juntos.
Cuando mi hermano se enamoró y se iba a casar – por joderlo – le dije que yo había estado con su futura esposa.... él, no me hizo caso y se casó con ella. Por supuesto que lo que le dije era mentira. A mí me gustaba mucho la chica y como no pudo ser mía traté que no fuera de mi hermano.
Entré a la droga, perdí mi trabajo y comencé a robar.... la victima más fácil fue mi madre. Yo vivía en el segundo piso y ella en el primero. Puse micrófonos por toda su casa y sabía cuando entraba y cuando salía, lo que ella hablaba y lo que ella pensaba sobre mí. Lo que yo no sabía era que mis hijos se habían dado cuenta de mis hurtos y que, lo que yo le robaba a mi madre, ellos se lo devolvían. Mi mente ya era un tacho de basura. Pero hijos todavía creían lo que yo les decía.
Yo les contaba a mis hijos mentiras acerca de mi hermano, para que ellos a su vez se la contaran a sus hijos. Sus hijos eran parte de mi plan para tirarme a bajo a mi hermano.
Falleció mi madre y mi hermano se mudó al primer piso, el cual le correspondía por herencia. Él se dio cuenta del espionaje que yo estuve haciéndole a mi madre y desconectó todo. Entonces empecé a hacerle la vida imposible. Dejaba que el agua se rebalsara y que sus paredes se deterioraran. Él presentó muchas denuncias en la comisaría... pero yo negaba que las faltas fueran premeditadas. Tantas fueron las denuncias que una vez que tuve que renovar mis documentos, me apresaron y me tuvieron en celda. Cuando mi padre se enteró, él le pidió a mi hermano que retirara los cargos. Y él se negó: decía que yo me lo merecía. Mi padre lo amenazó con quitarle su confianza y él accedió a retirar los cargos.
Pasaron los años y ahora estoy pagando las consecuencias. Mi esposa me abandonó, viajo a México y ahora está casada con un mexicano. Uno de mis hijos vive en Canadá, otro en España, y la menor de mis hijas se acaba de casar en México. Todo lo que yo sé acerca de mi familia es por amistades que me lo cuentan. De parte de ellos directamente no sé nada... yo, para ellos estoy muerto.
Ninguno de mis hijos quiere saber de mí. Todos cambiaron de teléfono y no me han dado sus nuevos números. A mí me encantaría llamarlos para aunque sea escuchar su voz.... ellos no quieren.... ¿Qué pasará el día en que me muera? ¿Me arrojarán a una fosa común? Total, ya estaré muerto y lo que hagan con este cuerpo inútil no me interesa.
Yo vivo del alquiler de mi departamento, sigo en el trago y la droga. Mi hermano me conoce y no se deja manipular... mi padre me conoce y, como en cierta forma se siente culpable, se deja manipular.... al pobre le saco el poco dinero que tiene cuando necesito drogarme.
Esta Navidad, a pesar que mi hermano me ha invitado a pasarla con su familia, he decidido pasarla con mis tragos y mi droga, sin esposa y sin hijos, en otras palabras... sin familia.... sin nadie.
Ya no sirvo para nada... por mi culpa. Y pensar que en mi juventud quise ser sacerdote.... estuve en el seminario... menos mal que no seguí.... ahora sería un mal sacerdote jodiendo a Dios.
CAPC
Nota: Setenta veces siete muchas veces también tiene un límite.
José Miguel Pajares Clausen
No hay comentarios:
Publicar un comentario