jueves, 3 de diciembre de 2020

MI EXPERIENCIA CON EL AUTISMO

 Cuando se está embarazada, muchas son las ilusiones que se forjan, imaginas como será tu vida de madre, añoras el día en que diga mamá por primera vez, el día que te diga te amo mamá.

Cuando Gabriel fue creciendo fui notando algunas actitudes, no me miraba a los ojos, cuando lo llamaba por su nombre simplemente no me respondía, las palabras no llegaban a él, uno tiene en concepto de que alguien con autismo es serio e inexpresivo, pero Gabriel era risueño y bailarín, entonces pensé que no pasaba nada, que todo estaba bien.

Fue creciendo a un más, cuando se frustraba empezó a golpearse la cabeza contra la pared o cualquier mueble, podía tener episodio de llantos de hasta 1 hora, empezamos a preocuparnos, me cuestioné y dije ¿qué estoy haciendo mal? ¿no soy una buena madre?

Gabriel crecía un poco más, no seguía indicaciones, yo pensaba que no me entendía, las palabras seguían sin llegar, solo algunas que otras, lo veíamos jugar y mirábamos como acomodaba sus chanchitos en fila, veíamos como colocaba sus cubos en fila, por colores, en secuencia, como agitaba las manos sobre su cara, repetía palabras sin sentido, empezó a hablar, nos sentimos aliviados, pero pronto notamos que repetía sin sentido, eso sí, ya sabía las vocales, el abecedario completo, los colores, las formas, los animales, tratamos de incentivarlo aún más y fue aprendiendo, pero no llegaban las oraciones, no sabía aún quién era su mamá, aún no respondía preguntas, aun no me miraba a los ojos, no podía hacer una actividad, aunque ya había sido visto por algún psicólogo antes pensamos que era idóneo pedir más ayuda, llego la pandemia y todo se suspendió. En ese tiempo Gabriel aprendió más cosas, pero surgían nuevas cosas que nos daban alarmas, dicen que cada niño tiene sus tiempos pero el instinto es fuerte y sabía que algo no estaba bien.

Caímos en un centro de terapia el cual reanudó sus operaciones, le hicieron evaluaciones, nos entrevistaron, llenamos formatos, y llegó el día, me llamo el psicólogo, me senté y me dijo esas palabras... su hijo tiene autismo. En ese momento mi corazón se estremeció, pero no me sorprendí, fui preparada, yo sabía que algo no estaba bien.

Miles de cosas vinieron a mi mente, tenemos ciertos prejuicios sobre el autismo, estereotipos, que son niños que no ríen, no juegan, no bailan, Gabriel hacia todo eso, pero descubrí que el autismo tiene varias caras.

Si me animo a escribir esto, es porque creo que debemos ser más consientes sobre las diferencias y dejar de tenerles miedo. Gabriel durante estos meses ha ido a terapias y ha avanzado increíblemente, ya sabe su nombre, puede sentarse y hacer una actividad, juega mucho más, ya va al baño solo, ya responde preguntas, ¡sabe que soy su mamá!

Tal vez el ansiado te amo mamá demore algo más, pero veo en sus ojos que lo siente.

Él es un niño maravilloso, ama la música, los instrumentos, cantar y bailar, pero aprende distinto, siente distinto y ve el mundo distinto.

Seamos empáticos entre padres, seamos empáticos entre personas.

Alessandra Piña Quiñonez

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