"Madre del silencio, que custodia el misterio de Dios, líbranos de la idolatría del presente, a la que se condena quien olvida.
Purifica los ojos de los pastores con el colirio de la memoria: volveremos a la lozanía de los orígenes, por una Iglesia orante y penitente.
Madre de la ternura, ayúdanos a quemar tristezas, impaciencias y rigidez de quien no conoce pertenencia.
Madre, seremos el Pueblo de Dios, peregrino hacia el Reino".
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Preciosa advocación la del Papa. Mayo ha terminado, pero la Virgen sigue junto a nosotros, invitándonos a recibir sus caricias de Madre en su regazo.
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